Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 22



El valor no debe confundirse con la audacia. Aunque la audacia está de moda, tanto el valor como la cortesía y la lealtad son palabras olvidadas, ya que el valor representa humildad y discreción.

La audacia está presente hoy en día en todas partes: en la vida empresarial, en la vida política e incluso en ciertos medios sociales y culturales. La audacia significa a menudo asumir riesgos, a veces se trata de inventiva y, con mucha frecuencia, supone ir a contracorriente. Pero, tal y como afirmaba Confucio, «Quien es audaz una vez, no lo es siempre».

El valor es menos espectacular ya que a menudo deriva de una voluntad permanente de enfrentarse a la adversidad. En estos tiempos en los que los héroes destacan, el valor es a menudo imperceptible, ya que esconde una manera de reaccionar a los acontecimientos y de enfrentarse a ellos, algo que no es reconocido en su justa medida.

La audacia se da a menudo en un momento dado a lo largo de la vida, incluso cuando los individuos, los dirigentes de empresas, los responsables del mundo asociativo u otros responsables que la llevan por bandera de sus acciones no buscan necesaria e imperativamente el reconocimiento y los honores. Para ellos, la audacia representa a menudo una solución de aislamiento que camufla la ausencia de valor para enfrentarse a una situación. La audacia es un desafío cuya fiabilidad disminuye a menudo con el tiempo.

El valor (o coraje que, etimológicamente deriva de corazón) es a menudo es sinónimo de humildad. En su mayoría, los que lo representan no lo reivindican, sino que, afortunadamente, lo viven.

La audacia está de moda, se la considera a menudo un movimiento de valentía que no conoce obstáculo ni límite. Se la califica a veces peyorativamente como sinónimo de insolencia y de impertinencia en detrimento de sus beneficios.

Aunque el valor sea un sentimiento olvidado, sigue siendo una fuente de futuro. En la actualidad se nos plantea una pregunta: el hombre que cada día evoluciona en un mundo incierto y en perpetuo cambio, ¿le queda todavía valor para enfrentarse al terrorismo, al paro, al maltrato, a los conflictos que tiñen de luto al mundo, al sufrimiento de los pueblos oprimidos y a todas las lacras que existen actualmente? La respuesta es afirmativa.

Mientras que cada día la actualidad pone mucho más de manifiesto los escándalos que las buenas acciones, a nosotros nos toca representar, cada uno a nuestro nivel, la expresión de ese valor discreto que a menudo une dignidad y humildad. ¡Otras palabras olvidadas!

El valor es una fuerza que implica respetar los valores con dignidad, comprometerse con la humildad, asumir responsabilidades, escuchar y comprender a nuestros semejantes. Tal y como afirmaba Winston Churchill, hombre valiente donde los haya: «Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar, pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar».

El valor no tiene edad. Cada individuo en su empresa, en su asociación, en su barrio, en su medio cultural, puede demostrar valor. Es el sentido que le damos a nuestra participación en los trabajos de nuestra Agrupación y de la Plataforma Age en Bruselas, cuando tomamos medidas para el bienestar de las personas mayores y llevamos a cabo operaciones influyentes con los parlamentarios europeos para acabar con ciertas discriminaciones y para aportar soluciones a los problemas de los pensionistas y de los jubilados.

Jean Claude Chrétien, Presidente de Honor