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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 21



¡Una cierta idea de Europa!

La Europa en la que vivimos hoy en día la imaginaron y la crearon algunos políticos visionarios al final de la Segunda Guerra Mundial. Esos hombres se llamaban: Jean Monnet, Robert Schuman, Paul-Henri Spaak y Altiero Spinelli.

Su primera motivación fue establecer un espacio de paz y de estabilidad económica. En pocas palabras: crear un espacio europeo.

Los 6 países fundadores de esta comunidad fueron: Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos y Luxemburgo. En 1957, tan solo 12 años después del fin de las hostilidades, consiguieron firmar el Tratado de Roma creando así la Comunidad Económica Europea (CEE), generalmente llamada «Mercado Común».

¿En qué se ha convertido esta idea inicial setenta años más tarde?

Cabe señalar que Europa está hoy en día muy desacreditada incluso por algunos países que la conforman y que se benefician o se han beneficiado anteriormente de sus subvenciones.

La crisis económica que todos conocemos desde 2008 supuso, en distinta medida y dependiendo de los países miembros, la oportunidad para convertir a Europa en la única responsable de nuestros problemas.

La Europa que conocemos hoy en día sin duda no es perfecta. Creció demasiado rápido aceptando la admisión de países económicamente muy alejados unos de otros. Su funcionamiento, basado mucho tiempo en la regla de la unanimidad, ha extendido sus límites a 28 países. Las distorsiones de la competencia, unidas a las diferencias abismales entre las legislaciones sociales y fiscales de los diferentes países miembros, han propiciado el nacimiento de un sentimiento desfavorable, incluso hostil entre algunos de ellos.

El reciente ejemplo del referéndum británico a favor del «Brexit» suena como una advertencia al resto de países miembros.

¿Está en juego el futuro del concepto europeo?

En mi opinión, conviene estar atento y no sucumbir a la aparente facilidad que conllevan ciertas ideas de moda, como el repliegue nacional, el cierre de fronteras, la vuelta al proteccionismo comercial, la desaparición de la moneda única, etc.

Sin duda hay que hacer evolucionar Europa, simplificarla, explicarla más y sobre todo recordar a las nuevas generaciones todo lo que Europa ha aportado, en términos de desarrollo agrícola, industrial e infraestructural, a los países que se han unido sucesivamente a esta comunidad de intereses e ideas.

La libre circulación de personas y de bienes y los intercambios universitarios «Erasmus» para nuestros estudiantes, son situaciones que hoy en día se presentan como evidentes pero nunca habrían visto la luz sin la voluntad europea de los padres fundadores.

Michel Pageault FNRCE (Francia)