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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 11



EDITORIAL

Clases, edades y generaciones

 

ESTOS jóvenes están desquiciados, locos. Una expresión que con ligeras variantes seviene repitiendo desde los tiempos más remotos en boca de las sucesivas generaciones de mayores.

 

Es la eterna brecha generacional, que en nuestros días se ve convertida en sima profunda por la irrupción de los nuevos factores tecnológicos, sociológicos y demográficos que configuran un capitulo de la Historia de la Humanidad totalmente atípico, totalmente diferenciado por los cambios más radicales que pudieran imaginarse en los últimos siglos.

 

Y como telón de fondo en este escenario, el nacimiento de una nueva “edad” ¿la cuarta? que a los muy mayores de hoy corresponde estrenar.

 

Parece que, efectivamente, a la sociedad de las clases ha sucedido la sociedad de “las edades”. Pero, ¿a la vetusta lucha de clases va a suceder, paralelamente, la “lucha de edades”?

 

Pues no parece muy disparatada tal idea a la vista de unos posicionamientos tan claramente enfrentados: los de “todos juntos en todo y para todo” y los de “gracias por

los servicios prestados, come y calla”.

 

No es eso. No es eso. No hay que olvidar que, entre otras cosas, solidaridad significacomunidad total de intereses, aspiraciones y responsabilidades, y la solidaridad intergeneracionales, sin duda, la más adecuada y razonable guía en la andadura por estenuevo camino al Lejano Oeste.

 

Fue en los albores del siglo XIX cuando el polifacético presidente estadounidense ThomasJefferson dijo aquello de que “cada generación tiene el derecho de comenzar el mundootra vez”, pero es evidente que las generaciones se solapan como las tejas de un tejado,lo que implica una herencia de legados que para Jefferson quedaban resumidos en la permanenciade los valores humanos.

 

En cualquier caso es cierto que las generaciones estructuran su propio mundo, su propio orden (que para sus ancestros sería más bien desorden),con estéticas, valores, aspiraciones, preocupaciones y hasta códigos lingüísticos diferentes.

 

No es nada fácil para los que ya apuraron “su mandato” atravesar la linde de ese ámbito,y sería prácticamente inútil intentarlo sin desprenderse previamente de la tentación comparativa.

 

En la medida de lo posible, edades y generaciones habrían de esforzarse en nover “lo otro” como mejor o peor, sino más bien, sencillamente, como diferente. Es difícil,

porque es verdad: todo es, todo era, muy distinto, y, por supuesto, no hay por qué prescindirdel espontáneo juicio crítico: no se puede aplaudir lo que nos desagrada.

 

Solidaridad Intergeneracional, una Sociedad para todas las Edades... Se habla mucho;tal vez se razona menos; se hace muy poco para coordinar derechos y deberes delos dos grandes estadios o cohortes generacionales, compuestos cada uno por personasque viven o han vivido el mismo momento histórico, que comparten los mismos valores,vivencias y circunstancias, que adoptan determinadas actitudes ante la vida.

 

Coloquialmente, la referencia se simplifica en la clásica y excesivamente radical dicotomía: jóvenesy viejos, aun sin matices peyorativos, que representan potencialidades complementariasen el entramado social, en el campo positivo y real de lo cotidiano. Nuevas ideas, evolución,progreso, por un lado; sabiduría, madurez mental, experiencia, sensatez, por elotro; cualidades intercambiables, desde luego, pues tanto encaja la creatividad en losmayores como la sensatez en los jóvenes.

 

 Son, han de ser, aportaciones a un acervo común cuya cohesión no requiere otra cosa que comprensión, contacto directo permanentey la decisión de apreciar sin prejuicios los distintos contextos en que las ideas se producen.Es toda una política de urgente aplicación.

Para el filósofo español Ortega y Gasset, la generación es el gozne sobre el que laHistoria ejecuta sus movimientos. Pues bien, el gozne cumplió su función: la Historia está girando. Es saludable para todos tener muy presente que ese mecanismo de giro carecede pedal de freno.