Europa mantiene una relación intensa con las crisis. Europa nació gracias a las crisis, principalmente:
En el fondo de todas estas rupturas, hay un movimiento que prosigue: el movimiento del pensamiento abstracto y gestor que se acelera progresivamente. Un invento europeo que se difunde por todo el mundo y que recorrerá China en unas décadas. En pocas palabras, en Europa:
Algunos datos estadísticos sobre esta aceleración que no nos ayuda a ganar tiempo. "El sueño de la modernidad consiste en que la técnica nos permita adquirir riqueza por un tiempo... Ahora bien, todas las sociedades modernas están caracterizadas por una escasez de tiempo: cuanto más moderna es una sociedad, menos tiempo tiene" (Hartmunt Rosa) ¿Quién puede acabar con este movimiento? Posiblemente las personas mayores, los que renuncian a ello. La noción de crisis, el pan y los quesos La crisis es una noción ambigua, amenazante y deseada. Tiene una dimensión salvadora, de ruptura, de cambio de paradigma. Es una condición del crecimiento, crisis de la adolescencia... Porque, ¿qué es una crisis? Las crisis alimentarias aportan un buen enfoque: no sólo hay crisis cuando tiene lugar un "accidente", una ruptura financiera, social, sanitaria, sino cuando además el modelo de comprensión del mundo se ve perturbado: el vino adulterado no desencadena realmente una crisis, pero la leche contaminada sí. Una crisis se produce cuando los bancos, que en nuestro imaginario están ahí para proteger el dinero (en las películas del Lejano Oeste el banco es ante todo una caja fuerte), llevan a cabo prácticas que amenazan los ahorros. La crisis es un motor de la humanidad. Está vinculada a la aventura europea, dado que es ruptura, fin de los imperativos de la naturaleza y del orden establecido, como el ser humano es ek-sistencia, transcendencia, (Levinas, Arendt) la naturaleza humana es contra natura, intención, pero no es ajena a la naturaleza.
A este respecto, volvamos a la leche y al vino: los magníficos productos de la cocina europea siempre me han despertado el apetito: vino, pan, queso, champiñones, charcutería y el garum de Málaga en la época romana, una especie de antigua salsa Nuoc mam, a base de pescado, que tenía propiedades afrodisíacas. Todos estos productos son el resultado de una fermentación, es decir, de un trabajo realizado con la ayuda de la naturaleza. La fermentación altera el simple modelo de lo crudo y lo cocido, de la distinción entre crudo, regalo de la naturaleza y cocido, trabajo del hombre. La fermentación es un trabajo de la naturaleza, una transformación "no natural", una profunda ambigüedad que perturba, una crisis. La Ilustración incitó a los europeos a pensar por sí mismos, a no seguir el camino marcado por otros, sin abandonar por ello la comunidad humana. Esto tan sólo ha sido posible en una población que se relame con productos fermentados: el pan, el vino y el queso. Conservar la gastronomía es una condición de supervivencia para la civilización europea. Sin embargo, la transformación de la naturaleza requiere estar cerca de ella, pertenecer a ella. Desde los Griegos, el pensamiento europeo se ha caracterizado por un equilibrio siempre inestable, una posición moderada, aunque como decía Montaigne, hay que ser moderado en todo, incluso en materia de moderación.
Identidad y pertenencia Desde el punto de vista individual, este equilibrio entre libertad humana y arraigo en la naturaleza retumba con el existente entre identidad y pertenencia. Esta cuestión se aborda en profundidad en las grandes publicaciones de psicosociología que constituyen las revistas People, Nous Deux, Closer, Cuore... las cuales preguntan acerca de la vida de los hijos de las jóvenes estrellas de cine: ya tienen un apellido, ¿conseguirán hacerse un nombre? En China primero va el apellido y después un nombre, la singularización tiene lugar tras la pertenencia. En la actualidad, es evidente que la política del hijo único ha alterado en gran medida las formas de unión. En Europa también podemos temer fuertes turbulencias, debido, por ejemplo, a la disminución del tamaño de las familias como consecuencia de la urbanización casi total de la población. No cabe hacer juicios de valor, sino observar que hay que reinventar, recuperar el equilibrio entre los intereses particulares de uno y los del colectivo al cual se pertenece. El gran invento del ágora griego consistía en que los ciudadanos presentes caían en descrédito si planteaban problemas domésticos y defendían otra cosa que no fuera el interés colectivo. Volvemos a encontrar este tema en el ámbito militar donde el gran peligro de los ejércitos es la desbandada: cuando en las tropas que se están desplazando, algunos desertan, anteponiendo su interés individual al colectivo. El ascenso de los comunitarismos, que conduce al integrismo es el mismo movimiento a escala urbana. Uno de los puntos negativos de los episodios coloniales es haber alterado, primero en las colonias y después, por el efecto boomerang, en las metrópolis, el juego de identidades y de diferencias, tanto individuales como colectivas. En la actualidad, época en la que sólo se pertenece a marcas comerciales o equipos de fútbol, apenas es posible destacar, y contrariamente a la vulgata mediática, no creo que haya aumento del individualismo, dado que ya no hay individuos, pero sí hay un aumento del egoísmo y de la soledad.
Individualidad, parcialidad, sociabilidad Esto plantea la cuestión de las formas de unión, y de afirmarse en su diferencia en comparación con respecto a sus semejantes, de los allegados. En mi opinión, si existe una crisis profunda, es la que afecta a la Paideia, a la educación de los ciudadanos. En la Antigua Grecia, la educación no consistía en el aprendizaje de un arte o de una profesión, consideradas como disciplinas que implicaban tareas mecánicas, carentes de valor e indignas de los ciudadanos, sino en el aprendizaje moral de la libertad y del honor. Ni los medios de comunicación, ni los políticos, ni las instituciones de hoy en día asumen este proyecto: estudiar humanidades.
Este aprendizaje de estar unidos, se fundaba sobre una dimensión particular, la de la parcialidad. Esta noción, forjada por el filósofo escocés D. Hume, designa el vínculo particular que tejemos con nuestros padres, nuestros allegados y nuestros semejantes. Es a partir de este primer lazo cuando pueden desarrollarse la sociabilidad y la individuación. También es en este momento cuando se forma la postura ética, es decir, una articulación razonada, como decía Paul Ricoeur entre el YO (mis intereses y deseos propios), el TÚ (el reconocimiento de los deseos del otro, su humanidad) y el ÉL (el que es más grande que uno mismo, el que nos mantiene unidos, la Ley...) Las llamadas redes sociales no sustituyen a la disolución de estos grupos primarios, la familia, el pueblo, el oficio... Porque la lógica subyacente de Facebook y otras redes es la de un imperio; mientras que Europa se ha construido mediante el diálogo de las urbes medievales y de los estados naciones. Ahora bien, la “Paideia” hoy en día es ejercida por estos dispositivos. Mientras que en Facebook está teóricamente prohibido conectarse antes de los 13 años, el 13 % de los alumnos de primaria y el 37 % de los estudiantes de 11 y 12 años tienen un perfil en una red social. ¡En Francia la edad media de la primera conexión es 9 años! Si hablamos de la educación de los jóvenes, ésta revierte a los mayores; es decir, hoy día los jubilados. Este es hoy su papel; el de mantener la función tradicional. Recordar las raíces culturales a su entorno, a sus parientes, a su prójimo. Tener sobre esto ideas fijas, permite fijar las ideas en un mundo en movimiento hacia lo líquido en donde todo pasa y en donde lo superficial pareciera que fuera profundo. Este rol se encuentra en la definición misma de jubilación, cuya etimología está vinculada a la idea de retirada; de retirarse. Esto es cierto en inglés (“retirement”) y en francés, en donde “jubilación” (“retraite”) remite a la idea de retirarse, de distanciarse, de abandonar la vida actual: una carrera de ratas. En español también encontramos la misma idea (“retiro”), aunque sea frecuente encontrar la palabra “jubilación”, que describe los efectos del retiro; uno se alegra, festeja, por eso jubila (“júbilo”). En italiano “pensión”, como en ruso "пенсия" designa más bien las condiciones que permiten la jubilación y la retirada. En cambio, en portugués “reforma” parece designar un efecto de la ciudad sobre la persona, como una marginación; mientras que el alemán "Ruhestand" remite a la idea de calma. Es algo así como todo el talento de Europa para hacer vivir juntas a personas las cuales unas buscan la calma mientras que otras buscan el retiro al tiempo que otras se divierten. Durante bastante tiempo viví en Andalucía, donde conviven jubilados alemanes, ingleses y españoles. No siempre es fácil, porque hacia la 1 de la mañana, las formas de vida son claramente diferentes: Unos aspiran al reposo y a la calma; otros piensan que es un excelente momento para pasear en familia o con los amigos. Europa es una alianza múltiple e híbrida, es una coexistencia de contrarios, es un juego de diferencias. El chino “tui xiu”, 退 休, distancia y reposo, asocia dos ideas, la de distanciarse y la de la calma. En nuestro mundo, estas dos ideas son subversivas. La calma plantea problemas puesto que sólo se valora la energía, la eterna juventud dopada con cocaína, la agitación perpetua de los medios.
La jubilación como subversión Retirarse es sobre todo una contracultura. Estar jubilado es casi ser un delincuente para el pensamiento dominante forjado en las escuelas de comercio que toman a hombres y mujeres por algo así como un mineral, tal y como harían los distribuidores de carne de buey y de... caballo. La jubilación es un escándalo para el pensamiento dominante que quiere olvidar lo concreto de la vida de los hombres: en los manuales de gestión, los colaboradores no tienen edad, no tienen historia vital. Estar jubilado es recordar las edades de la vida, es recordar que el tiempo existe. Recuerden la fermentación: fermentar requiere tiempo. Ningún método, ninguna escuela permite atajar en la vida.
Si defendemos la hipótesis de que el camino adoptado por nuestras culturas llega a un término, si defendemos que una mutación en la civilización es necesaria, entonces el rol de los jubilados es crucial. El breve recorrido histórico que acabo de evocar, gestión del transporte comercial, gestión de la producción, gestión de lo social, gestión de lo íntimo, revela, por una parte en su aceleración, y por otra en su generalización, que se ha llegado a un límite. Al igual que lo que denominamos “apresamiento” (Heidegger) llega a su último estadio. No pretendo hacer aquí manifestaciones catastrofistas o apocalípticas; nada tiene de extraño el que las construcciones humanas lleguen a sus límites y se haga preciso cambiar. La noción de apresamiento fue forjada por Heidegger para describir la manera con la cual la técnica desviaba a la naturaleza de sus finalidades. El hombre, mediante la agricultura, transformaba la naturaleza pero sin modificar la finalidad: un manzano injertado continúa dando manzanas. El “apresamiento” se produce cuando la naturaleza es utilizada (“apresada”) para otros fines distintos de los naturales. Ejemplo: la planta maremotriz, los biocarburantes, la extracción minera...transforman el orden de las cosas. Son procesos que dan a la humanidad una responsabilidad mucho más importante porque el equilibrio no se restaura automáticamente y hace falta gestionar tanto el futuro como el presente; asunto este que ha sido subrayado por buena cantidad de pensadores y ecologistas. Pero tengo para mí que, nosotros estamos viviendo un segundo “apresamiento” porque la técnica ha “apresado” a la naturaleza; al principio la técnica estaba al servicio de la naturaleza, pero después ha empezado a funcionar por cuenta propia. Ahora, a su vez, la técnica queda apresada por la finanza. La finanza concebida inicialmente como medio de desarrollo de la técnica, de las inversiones industriales..., (XXX) y actúa por su propia cuenta. La finalidad ya no es la producción de bienes o servicios sino de beneficios financieros. Observen a los artistas de moda, Jeff Koons... son comerciantes reciclados. El mundo de las cajas de ahorro se ha caracterizado a lo largo de los años por el hecho de mantener la finalidad social y humana de la actividad financiera. No sé si esto sigue siendo cierto, pero la tentación de todo financiero, su desvío natural MBA (Mediocre But Arrogant) me parece muy fuerte. Y sin embargo, necesitamos reencontrar equilibrios, volver a hallar el sentido de las cosas. Por primera vez en la historia del mundo, este proceso de reequilibramiento no puede hacerse mediante regulación externa, mediante una invasión bárbara, porque el mundo entero se ha sumergido en el mismo callejón sin salida. Por este motivo los jubilados, quienes renuncian, están en primera línea. Karl Gustav Jung decía: “en la primera parte de la vida, uno busca un lugar en el mundo; en la segunda, se pregunta qué pinta ahí”. Plantearse el tema del sentido de las cosas, de la razón de las acciones, es una necesidad para todos, a fin de reorientar la actividad de esa “urbe medieval” y reencontrar el hilo de las historias individuales y colectivas desde una cierta perspectiva, con calma y con júbilo.
Dominique Christian Conferenciante