Hay que tener en cuenta que este análisis está basado en la situación vigente en el momento de su realización. De hecho, esperemos que cuando se publique Euroencuentro 2012 la situación haya mejorado y que, por tanto, los temores expuestos hayan desaparecido
A juzgar por la despreocupación con la que se va de vacaciones, o se habla del mercado futbolístico, de sistemas electorales o del matrimonio homosexual, creo que los europeos, y en particular los italianos, no son aún conscientes de la gravedad de la situación. Nadie sabe qué probabilidades hay de que el euro se hunda o de que estados como Grecia, España o Italia fracasen y caigan en la ruina.
Es cierto que, afortunadamente, es difícil que esto ocurra, pero puede ser útil recordar lo que acarrearía: Erosión de los ahorros, Hundimiento del valor de los bienes inmuebles, Recorte de las pensiones, Dificultades en lo referente a empleo y actividades económicas, Problemas en cuanto a la cantidad y la calidad de los cuidados sanitarios, así como para el aprovisionamiento energético.
Teniendo en cuenta estos factores, parece que las fuerzas políticas hayan perdido el sentido de proporción. De hecho, ya sea en el ámbito nacional o internacional, cada día se repiten pequeñas y grandes historias. Si hablamos concretamente de Italia, asusta la total falta de análisis creíbles por parte de las fuerzas que critican a la actual dirección política administrativa del Gobierno de Monti. De ahí que la clase política parezca débil, inconsciente, incapaz y deshonesta. Por eso, se empieza a pensar en la reedición del Gobierno de Monti, con un gran interrogante: ¿cómo será el nuevo Parlamento tras las elecciones previstas para la próxima primavera? Todo apunta a que no será mejor que el actual.
A esto hay que añadir que en los últimos días el sistema financiero ha dado lo peor de sí. Las finanzas globales están desequilibradas. En Estados Unidos la campaña electoral absuelve a la propia administración y culpa a Europa de la crisis.
En un estudio parece que el Fondo Monetario Internacional se pone de acuerdo con los detractores del euro indicando cómo el mercado financiero europeo está cada vez más fragmentado, mientras que por parte de Bruselas no hay reacciones, sólo el Banco Central Europeo, a través del Presidente Mario Draghi, declara que el euro no está en peligro y que, al contrario, constituye un bloque de economías sólidas. No obstante, todo esto provoca movimientos especulativos que afectan a todas las economías con aumento de la “spread”, es decir, la diferencia de rendimiento entre los títulos a largo plazo de un país con sus análogos alemanes, considerándose esto un medidor de la salud de las finanzas públicas de los distintos países. Existe un “escudo europeo” para el que se necesita una petición oficial de ayuda por parte de los países interesados, pero los gobiernos dudan a la hora de usar este instrumento, como es el caso de España. La situación de Grecia se ve afectada por la noticia quizás prematura o exagerada, quizás falsa, de la interrupción de las ayudas del Fondo Monetario. Son episodios que se repiten y a ellos se unen movimientos de la bolsa que pierden en muy poco tiempo porcentajes altos de sus valores. El hecho de prohibir las ventas al descubierto es la medida que se ha tomado para evitar la masacre de los títulos públicos. Esta medida tan simple, unida a alguna afirmación que apoya a Europa, corrige las caídas y hace que se recupere una parte del terreno perdido, pero es imposible seguir por este camino, ya que las oleadas especulativas basadas en nada devastan las economías de nuestro continente, mientras que las debilidades financieras y reales de la economía americana no se cuestionan. Se debería recordar que los países europeos no son impotentes frente a los mercados en los cuales los comportamientos fraudulentos no son infrecuentes y no se persiguen con demasiado empeño.
En Europa habría que jugar otras cartas a parte de las medidas técnicas para eliminar las puntas especulativas, medidas que impondrían limitaciones a las finanzas internacionales que los países deudores no tienen el valor de aprobar por miedo a que las finanzas internacionales no adquieran nuevos títulos de debito cuando ya no sirvan los viejos.
Este enfrentamiento resulta ser el duelo entre finanzas y democracia en el sentido de que para evaluar el débito de un país en finanzas se utilizan parámetros políticos y, por tanto, la valoración y la satisfacción para determinados políticos y determinadas políticas. Las democracias tienen el deber de pagar las deudas pero también el derecho a la no interferencia de los acreedores en sus asuntos. La incertidumbre que esto conlleva no puede durar mucho: el enfrentamiento entre Estado y Finanzas no se puede aplazar indefinidamente porque la opinión pública está cada vez menos dispuesta a aceptar decisiones que implican sacrificios prolongados y consiguen apoyar los títulos en Bolsa sólo unos pocos días. Por consiguiente, se requieren estrategias coordinadas europeas con intervenciones que aspiren a evitar que todo lo expuesto anteriormente nos conduzca al caos.
Franco Salza
Observaciones extraídas de la lectura de artículos relativos a la situación financiera mundial publicados en La Stampa, diario de Turín.