Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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PENSIONES EN PORTUGAL – PERIODO 2011/2020

 

Primeramente, permítanos citar al mayor poeta portugués de todos los tiempos. - Luís de Camões:

 

 

Múdense tiempos, muden voluntades,

múdese el ser, se muda la confianza,

todo el mundo está compuesto de mudanza,

tomando siempre nuevas cualidades,

constantemente vemos novedades

contrarias al deseo y la esperanza;

nunca el recuerdo los crueles lanza;

quedan del bien, si le hubo, las saudades.

 

 

Ya por el siglo XVI se consideraban los constantes cambios del mundo (en este caso, en el amor) y la consecuente imprevisibilidad del futuro.

 

Es por ello que todo aquello que podamos decir hoy (Abril 2011) sobre lo previsto para la evolución de las pensiones en Portugal hasta 2020 no será más que mera especulación, ya que ni los especialistas se atreven a hacerlo, dada la velocidad de los cambios que vivimos actualmente y la complejidad de la situación actual de Europa. Desgraciadamente estos cambios han sido en su mayoría para empeorar la calidad de vida de los jubilados y no se prevén mejoras significativas.

 

En Benidorm 2006, a través del trabajo presentado por nuestro colega Fernando Boto, se mencionaron algunas de las necesidades previsibles para el sistema de seguridad social portugués, como el aumento de las cotizaciones, la aplicación de nuevos impuestos, la creación de nuevos puestos de trabajo, la justicia tributaria, la mejora en el sistema de cobros, la cotización a inmigrantes, el apoyo al aumento de la natalidad y la inversión de la pirámide de capitalización individual.

 

De hecho, las cuestiones planteadas abordaban los problemas estructurales de nuestro sistema. Las expectativas de mejora fueron completamente erróneas y en un análisis prospectivo considerando el año 2020 nos resulta muy difícil creer que se puedan superar las fragilidades.

 

En Portugal existen dos regímenes de jubilación diferentes, dependiendo del sector en el que el trabajador haya prestado sus servicios, el sector público o privado. En la banca también se aplican estos criterios pues hay trabajadores de la banca que son considerados como funcionarios públicos a efectos de jubilación (me refiero al Banco de Portugal y a la Caixa Geral de Depósitos).

 

Para los trabajadores del sector privado existe una fórmula muy compleja (casi científica), que considera el sueldo de los 10 mejores años de los últimos 15 años trabajados, la actualización monetaria, el tiempo máximo de cotización (40 años), la edad mínima de jubilación (65 años) y un nuevo dato, el “factor de sostenibilidad”.

 

En el sector público la fórmula es más simple, considera las cotizaciones hasta 2005, y las posteriores (todas con actualización monetaria), una penalización por jubilación con una edad inferior a la máxima acordada para el sector (6% por año), la edad mínima de jubilación (62 años y medio en 2010) y el mencionado 'factor de sostenibilidad'.

 

El gobierno, en 2007, introdujo el denominado factor de sostenibilidad (que es el resultado de la relación entre la esperanza de vida en 2006 y la que se diera en el año anterior a la petición de la pensión). Esto se traduce en una penalización para los futuros jubilados, que en el año 2020 podría alcanzar al 15% del importe al que tendrían derecho, aumentando este porcentaje hasta el 45,8% en el año 2050 si se mantiene el actual índice de crecimiento de esperanza de vida. Por lo tanto, sólo por el hecho de aplicar este factor, creemos que el futuro de nuestros hijos y nietos no pasará mucho por aquí...

 

Los sistemas complementarios (planes individuales o fondos de pensiones) aún no tienen gran importancia.

 

La capacidad contributiva de los trabajadores portugueses está casi agotada y no será posible aumentar mucho más las cotizaciones que ya realizan, a pesar de que la tasa sea de apenas del 11%. Esta tasa es la octava en el conjunto de los países, según el estudio de la OCDE publicado a finales del 2010. Sin embargo, esta tasa es muy significativa si consideramos el bajo nivel de los salarios.

 

La creación de nuevos puestos de trabajo ha sido muy difícil, y como resultado de la crisis actual hemos asistido antes al crecimiento de la tasa de paro, que ya alcanza al 11% de la población activa.

En el año 2006, la tasa de paro se situaba en el 7,7% y desde el año 2001 ha ido aumentado de manera muy acentuada.

 

La natalidad en Portugal, como en resto de Europa, tiende a reducirse. Los últimos datos en nuestro país revelan un aumento de la población de casi 350 mil personas desde el año 2001, aunque este aumento se debe fundamentalmente a la inmigración.

 

La inmigración legal también tiende a reducirse y el resultado es a una aparición de inmigrantes ilegales que, además de ser explotados por sus jefes no cotizan en el sistema.

 

Con el aumento de la esperanza de vida (muy significativo desde 1974) y la reducción de la natalidad, constatamos que nuestra población tiene una gran tendencia hacia el envejecimiento. Desde 2001 se han invertido las curvas de proporción de jóvenes y mayores de 65 años y se prevé que en el año 2050 los jóvenes representen apenas el 13,1% de nuestra población, mientras que los mayores representarán el 31,8%.

 

Es verdad que el sistema nacional ha mejorado mucho su capacidad en cuanto a cobro de deudas, en 2004 sólo se cobraron 65,7 millones de euros mientras que en 2010 se han cobrado 400 millones, pero todavía existe un déficit muy grande cuya recuperación será muy difícil, ya que podrá poner en juego la continuidad de muchas empresas.

 

En Portugal, al igual que en otros países, existe una teoría de tendencia a ampliar la edad de la jubilación, pero ya hemos visto que en Francia y Grecia los resultados sociales no fueron del todo agradables.

 

Como realidad y teoría no andan siempre de la mano, hago referencia a los últimos datos oficiales disponibles: en Portugal la edad media de jubilación en el sector privado se redujo entre 2001 y 2009, que pasó de la edad de 64,1 a los 62,8, sin embargo, en el sector público se registró un aumento, pasando de 59 a 59,6 años.

 

Como práctica para asegurar la sostenibilidad del sistema, pensamos que no habría que dejar de lado la adopción de medidas que ya existen en otros países europeos, como en Suiza que se traducen en la aplicación de un valor máximo para las pensiones pagadas por el sistema.

 

Además, tal y como sucede en Estados Unidos, los trabajadores se verán forzados a buscar soluciones que reduzcan el efecto negativo de la degradación de las pensiones. Asistimos al aumento de los fondos de pensiones, ya sean abiertos o cerrados. Los planes de ahorro-reforma en Portugal no han mostrado un aumento significativo, sobretodo a partir del año 2007.

 

Todas las acciones que Portugal estaba desarrollando (reprochables o no) en defensa del futuro de las nuevas generaciones han sido puestas en cuestión, dada la crisis que vivimos desde el año 2008 y que no sabemos cuando acabará. Nuestro país, dadas sus fragilidades estructurales, se vio más afectado que otros del centro o del norte de Europa.

 

Para concluir, podemos decir que las perspectivas para los próximos diez años no son demasiado optimistas y que todo lo que se pueda hacer hoy todavía tardará mucho tiempo en hacerse sentir en el bienestar de los jubilados.  

 

Retomando el inicio, cito a otro poeta contemporáneo (José Mário Branco) que añadió algunos versos al poema de nuestro querido Camões, con los cuales estamos totalmente de acuerdo:

“Y si todo el mundo está compuesto de mudanza,

Démosle la vuelta, que todavía el día es esperanza'

 

Por lo tanto, a pesar de todo, deseamos que la “vieja Europa” (y también Portugal), tengan la capacidad creativa necesaria para superar las dificultades que, por ser reales, no podíamos dejar de abordar en este trabajo.

 

 

Cândido Vintém (Presidente de Dirección de ANAC – Portugal)