En Francia, el periodo post-electoral conducirá a la apertura del importante dossier de las jubilaciones. Enfrentados al fenómeno realmente preocupante del desequilibrio de los regímenes de jubilación, generado por el envejecimiento de la población,nuestros gobernantes, al principio, limitaron sus preocupaciones sólo a los problemas financieros. Hoy en día son muchos los que, ya sean sociólogos, economistas, políticos o bien sindicalistas, pretenden plantear las verdaderas
preguntas y establecer un auténtico debate de sociedad acerca de los siguientes asuntos:
• Obstinarse en envejecer produce un coste importante.
• ¿Qué hacer con una población de edad avanzada?
• ¿Hay que considerar la vejez como un peso, como una carga para el resto del colectivo?
La respuesta obviamente no puede ser negativa puesto que la vejez y la jubilación son logros de los que muchos pueblos todavía se ven privados.
«Cuanto más tiempo pasa, más tiempo nos queda para vivir». Actualmente nos enfrentamos a esta paradoja, habida cuenta del alargamiento de la esperanza de vida. Tenemos que convencer a nuestros gobiernos, a nuestros dirigentes políticos, de la utilidad de crear una auténtica economía social del envejecimiento. Una economía que proceda a una desconexión entre los
elementos de la ecuación jubilación/ vejez. En efecto, la vejez es una época de la vida cuyo principio nunca se ha sabido fijar con exactitud. Por comodidad, hemos tendido a tomar la edad de la jubilación como punto de partida de la vejez, describiendo así en la imaginación colectiva el retrato de un jubilado inactivo y la imagen de una sociedad envejecida. Una economía que tenga en cuenta la modificación del esquema familiar tradicional, que implique un mejor enfoque de la dimensión socioeconómica de la vejez. De aquí al año 2040 se estima que, en Francia, el número de personas centenarias aumentará de 9.000 a 300.000. Pero más personas centenarias significa también más nonagenarios, más octogenarios, más septuagenarios.
Se trata de un hecho sociológico nuevo: los niños que han nacido en 2002 se verán obligados a vivir con tres generaciones (padres, abuelos y bisabuelos) así como también conocerán tres generaciones de descendientes (hijos, nietos y biznietos).
Esta situación, única y nueva, va a hacer que se rompan todos los esquemas familiares y que se produzca un enfoque cultural del envejecimiento totalmente diferente. Este nuevo enfoque modifica la concepción futura de la sociedad. Tenemos que imponérselo a nuestros gobernantes, a los que deciden, tenemos que hacer que sean conscientes de esta inevitable reestructuración económica.
La profunda modificación de los ciclos de vida ocasionada por lo que acordamos llamar un envejecimiento dinámico, con el surgimiento de una tercera edad todavía activa y, por tanto, generadora de nuevas necesidades, y de una cuarta edad que demanda nuevos servicios vinculados a la creación de estructuras con profesionales sanitarios y sociales, en definitiva serán generadores de nuevos puestos de trabajo. Esta nueva economía del envejecimiento deberá apoyarse en un cambio de mentalidad y en la evolución cultural.
Un cambio, una evolución, en los que conviene implicarse sin demora, ya que costará tiempo que se impongan en un entorno intergeneracional no siempre propicio a la solidaridad. Con mis palabras, con las que quizá me he extendido demasiado, tenía la intención no sólo de poner de manifiesto todo esto que está en juego y que todos ustedes conocen, sino también de mencionar la consecuente necesidad, cada vez mayor, de información y de intercambio de experiencias.
El día de mañana, para conducir este cambio cultural, habrá que convencer, y para convencer habrá que saber, y para saber habrá que intercambiar nuestras ideas y nuestras experiencias. En esta perspectiva, la Agrupación Europea supone una posibilidad para las asociaciones y los países miembros. La Agrupación será, mañana más que nunca, un lugar privilegiado de confrontación y de investigación, el crisol en cuyo seno el mosaico social de nuestras diferencias podrá enriquecer una visión común.
Gracias a todos aquellos que han fundado nuestra Agrupación. Gracias a todos aquellos que con abnegación y obstinación han dado continuidad a su acción y, en particular, a su presidente. Gracias Señor Lidón, ha sido un gran presidente y no olvidaremos su acción siempre impregnada de humanismo. Gracias a quienes aceptan seguir con esta labor, gracias, señor López.
Con nuestro vicepresidente Jean Vauriot, estamos convencidos de que juntos, con otras asociaciones que en el marco de ampliación del espacio europeo se nos incorporarán, podremos aprovechar la experiencia de todos, para ser, en el seno de la plataforma AGE y en nuestros respectivos países, auténticas fuerzas de propuesta. La Agrupación será más que nunca un elemento esencial e ineluctable que nos permita, cada uno a nuestro nivel, participar en la construcción de un espacio social europeo sociológicamente coherente y afectivamente humano.
J. C. Chretien Vicepresidente de la Federación Nacional del Personal Jubilado de las Cajas de Ahorros de Francia
J. C. Chretien
Vicepresidente de la Federación Nacional del Personal Jubilado
de las Cajas de Ahorros de Francia