Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 16



Fue a partir de finales de los años 70 cuando los sistemas de bienestar más avanzados de la Unión Europea reformaron la unión de políticas sobre las cuales se asentaban los sistemas nacionales de protección social, después del año 1945. El cre-cimiento de la competición global, la reestructuración industrial, balances paupérrimos, el cambio de las relaciones familia-res y el envejecimiento demográfico son algunos de las factores que han puesto en tela de juicio los sistemas de bienestar de la edad de oro, de los tiempos estables y soberanos. Además, recientemente, las cuestiones de orden nacional relativas al tra-bajo y al bienestar siempre se han mezclado con los procesos de integración política y económica en Europa. Además de este propósito, se podría añadir el inicio de una era de sistemas de bienestar con soberanía limitada en la Unión Europea. Todas estos factores que actúan conjuntamente, han generado un cambio político y por ende, una transformación que supe-ra de largo la noción común de “reogarnización” del bienestar. La  “nueva” estructura del bienestar plantea la necesidad de pasar a una noción de protección social cuya perspectiva se base fundamentalmente en el “choque entre la política y el mercado”.

A partir de los años 90 la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea emprendieron con fuerza una reforma global del sistema. En muchos Estados miembros de la UE, el alcance real de la reorganización del bienestar se ha visto reducido a únicamente una revisión del sistema. Sin embargo, negar que los sistemas de bienestar europeos sean correosos no significa que gocen de buena salud; no hay motivos para alegrarse cuando hay millones de ciudadanos que no tienen trabajo y hay un alto índice de jóvenes en paro, sobre todo en los Estados Miembros más grandes. El “welfare state” se concibió en respuesta a los riesgos de la economía industrial en el marco del Estado-Nación.

En resumen, el “welfare state” debe ser considerado como un sistema imperfecto 'en evolución' cuyos objetivos, propósitos, funciones e instituciones cambian a lo largo del tiempo, aunque con lentitud.

Para planificar y construir un “developmental welfare state” hace falta adoptar un enfoque que de cuenta del transcurso de la vida, distinguiendo así las categorías de edad -los niños, los jóvenes adultos, personas en activo, jubilados y personas que necesiten atención-. Nos hacemos la siguiente pregunta a partir de este enfoque: ¿Cuál sería la mejor combinación de servicios, de apoyo al crédito y procesos de actuación que se tendría que llevar a cabo para conseguir una mejor protección social y una mayor participación de estos grupos?

No es tarea fácil llevar a cabo una reforma de los sistemas de bienestar ya que las difíciles medidas correctivas a adoptar ya están definidas e implantadas en materia política. Además, la reforma de los sistemas de bienestar conlleva un proceso político muy reflexivo y requiere de altos conocimientos en la materia. Como consecuencia, desde este punto de vista, el “welfare state” se define como un sistema “evolutivo” cuyos objetivos, propósitos, funciones e instituciones cambian lentamente con el paso del tiempo.

En materia de innovación institucional, el Consejo Europeo de Lisboa ha reconocido oficialmente el “Método” como un proceso abierto a la coordinación y una nueva forma de gobierno europeo, basado en unas directrices comunes aplicables en políticas nacionales y que están sujetas a revisiones periódicas, valoraciones que a su vez están sometidas a procesos de estudio y acompañadas de indicadores que se utilizan como elementos comparativos para llevar a cabo la mejor praxis.

La función de los sistemas de la política social y profesional debería ser ante todo aquella que favoreciera el crecimiento de cada persona con medidas que se adecuasen a las capacidades y necesidades de cada uno, permitiendo así la manifestación plena de todas las capacidades de cada individuo. Segundo, el reto más importante de toda política económi-ca europea es el de proyectar un sistema de bienestar que no solo se adecue a la interacción de los “nuevos” y “viejos” riesgos sociales, sino también que sea capaz de aunar tal esfuerzo gracias a una economía más dinámica.El camino a seguir para un futuro es el de conseguir una mejor protección social que se apoye fundamentalmente en el desarrollo y el cambio de raíz de los servicios entre los cuales cabe mencionar la educación, sanidad, atenciones específicas, crecimiento infantil, asistencia a la tercera edad, política, transportes y ayudas laborales. Si queremos una Europa competitiva en esta nueva sociedad basada en el conocimiento, es imperante invertir en el capital humano durante toda la vida. Existen dos tendencias que nos inducen a querer modificar nuestro concepto sobre la jubilación: a) el estado de salud de la tercera edad en cada generación es mejor que las precedentes, si se tiene en cuenta que en la actualidad, un hombre de 65 años puede gozar de buena salud durante unos 10 años más; b) la diferencia entre vejez y educación se está viendo reducida a pasos agigantados; tanto es así que en un futuro los ancianos serán capaces de adaptarse mucho mejor a las nuevas condiciones del mercado laboral que hoy en día, gracias al reciclaje y aprendizaje personal adquiridos a lo largo de la vida.

El reto nuestro es saber cómo debemos distribuir los gastos adicionales que inevitablemente conlleva el envejecimiento de la población. Es importantísimo para las próximas generaciones de trabajadores, gozar de al menos una pensión mínima que sea financiada por la fiscalidad general y tenga en cuenta la evolución de la inflación. Será muy difícil tener pensiones estables si no se elevan las tasas de ocupación de los trabajadores ancianos y no se fija la edad de jubilación a los 67 años. Unas medidas eficaces como equitativas para retrasar la edad de jubilación y así aliviar notablemente las cargas sociales de las pensiones serían incentivándolas y haciéndolas más flexibles.

El futuro del “welfare state” europeo no está determinado todavía. En un intento por poner fin a los errores políticos encaminados a la edad de oro, los responsables políticos nacionales y de la Unión Europea parecen estar empeñados en mezclar todos estos elementos provenientes de los diversos regímenes de bienestar. Los procesos de coordinación abierta están focalizados más bien en lo “nuevo” antes que en las “viejas” categorías de riesgo social, especialmente en el envejecimiento activo y el retraso de la jubilación, el empleo a tiempo parcial, el aprendizaje a lo largo de la vida, el despido por baja parental, la igualdad de oportunidades, la flexicurity (equilibrio entre flexibilidad y seguridad), conciliación de la vida laboral y familiar y la exclusión social han sido factores clave en las revalorizaciones del “welfare state”. En definitiva, la reforma de la política social sigue siendo una hazaña a la que se tiene que hacer frente a nivel nacional: las reformas tienen que ser aprobadas por los gobiernos electos y por los partidos políticos nacionales, preferiblemente teniendo el apoyo de los intereses organizados llevados a cabo por estructuras administrativas nacionales.

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Ancianos & sociedad

Los italianos están reduciendo los gastos, con un poder adquisitivo que desde años está cayendo en picado. De hecho, la inflación ha destruido cualquier ventaja obtenida no dejando que se ahorre. Así, hemos alcanzado el record negativo de obtención de ahorros desde el 1999. Se tiene que tener en cuenta sobre todo las inversiones fijas, ejemplo de ello, los gastos de una casa; gastos que a menudo son mantenidos por un jubilado de familia que a su vez ayuda a un nieto que está en paro o a un hijo que tiene un trabajo precario.

Jubilaciones: Para el 2050, un quinto de las contribuciones serán inferiores a la pensión social, con importes por debajo de los 450 euros. Los más afectados serán los trabajadores autónomos, las mujeres y los trabajadores precarios. En la actualidad, más de la mitad de los italianos ya están temiendo que para cuando se jubilen no tendrán  renta suficiente como para garantizar una calidad de vida digna. El 71,9% de las pensiones italianas no superan los 1.000 euros. Una de cada dos pensiones no supera los 500 euros. A igualdad imponible, el importe de una pensión en Italia partiendo de la cuantía neta de los impuestos, es inferior al 15% con respecto de Francia, España y Alemania.

Rentas:  Bajan las rentas familiares que en el 2010 sufrieron una bajada del poder adquisitivo de casi dos puntos. Los más afectados son los trabajadores dependientes y jubilados que han sido los únicos cuyos impuestos pagados han aumentado, sobre todo en las capitales de provincia. En la franja de edad comprendida entre los 60 y 64 años se halla el record negativo del incremento de la renta que incide en el balance doméstico, sobre todo en las cargas familiares y muy a menudo en las que recaen en hijos o necesitados de ayuda que obligan a las mujeres a dejar su trabajo.

Gasto social: Se financia con el 62% de los recursos propios de los Ayuntamien-tos que en el 2008 destinaron 6,5 mil millones de euros a intervenciones y servicios.

La presencia masiva de mujeres extranjeras ha cambiado radicalmente el sistema de asistencia sanitaria creando un tipo de bienestar paralelo y a menudo sumergido. Se trata en gran parte de mujeres procedentes del este de Europa que desempeñan un buen trabajo para las familias favoreciendo que el anciano se quede en su hogar.

Alzheimer: En Italia, hay 800 mil enfermos de Alzheimer y cada año se suman 100 mil más. El 50% no llega a tener asistencia sanitaria. La enfermedad se manifiesta sobre todo después de los 65 años y un diagnóstico precoz por ahora parece la única terapia practicable para ralentizar el desarrollo de la patología. La nueva red de “Uva” será útil para uniformizar las terapias farmacológicas y facilitaría el encuentro entre familias, principales protagonistas para la atención del enfermo.

Salud: Por término medio, entre la reserva y la evaluación diagnóstica pasan cincuenta días. Pero, los tiempos de espera varían mucho según la modalidad de so-licitud: llamando por teléfono directamente al hospital o a la consulta, los días se reducen a 40, frente a los 50 para quien ha reservado en ventanilla y hasta los 76 para quien haya reservado llamando al Cup (Centro Único Reservas).-

Consumos: Encarecimiento de los productos de la cesta de la compra. En la dieta mediterránea, en medio de este caos, ha desaparecido prácticamente de la mesa el pan y la pasta, así como la carne, el pescado, la fruta, el vino y el aceite de oliva. No sólo hay que estar muy atentos a las ofertas e ir a aquellos supermercados que nos permitan ahorrar hasta unos diez euros por semana, sino también tener en cuenta el boom de productos de calidad inferior o en descuento. Otro tema que nos preocupa ahora es el de los daños colaterales derivados de los menús de bajo coste.

 




Con esta exposición, he intentado poner de manifiesto la diferencia existente entre el planteamiento de una teoría económica y la realidad. En mi opinión, sería necesario realizar una valoración de los problemas, que no deberían ser vistos desde un punto de vista político sino más bien desde la concienciación de los mismos. Por tanto, partiendo del firme propósito de superación de los intereses de toda colectividad se tendría que dejar a un lado cualquier rivalidad o pensamiento político. Quizás sea un soñador pero no creo que sea tan difícil conseguirlo.