REFLEXIONES SOBRE LA DISCRIMINACIÓN SANITARIA DE LOS MAYORES
EN mi opinión, la salud es el tema que más nos preocupa a nosotros, las personas mayores, incluso por encima de la situación económica, y, sin embargo, son muchas las discriminaciones que nuestro colectivo sufre en materia sanitaria. Es cuestión de ética considerar que un determinado tratamiento medico-sanitario tiene menos importancia terapéutica aplicado en las personas mayores que en los jóvenes.
Envejecer es un destino personal inevitable. Todos debemos recorrer ese camino si no ocurre ningún accidente que lo trunque prematuramente; inexorablemente todos nos haremos mayores, hasta llegar a la vejez y al final de la vida. Pero en este mundo globalizado en que vivimos hemos de aprender a envejecer afrontando una situación en la que se tiende a ensalzar, alabar, enaltecer a la juventud y despreciar, negar, incluso humillar a la vejez. Al evaluar a las personas habría que atender más a la edad biológica que a la edad cronológica, respetar cualidades, no sólo físicas (que pueden estar más o menos disminuidas) sino también otras, fruto de la experiencia, que pueden ser excepcionales y muy superiores a las de personas de menos edad. La edad, en si misma, no es una enermedad; esto lo debería asumir la sociedad. Nosotros, los mayores, no podemos aceptar que la sociedad no lo entienda así, no podemos aceptar, y no aceptamos,que se nos considere personas improuctivas en las que la utilización de determinados recursos sanitarios no tiene un retorno social.
Verdad es que el envejecimiento es un factor de riesgo importante en todo tipo de dolencias, pero no se puede aceptar que la enfermedad sea consustancial con la vejez, o que nosotros, los mayores, ya hemos cumplido nuestra misión en la vida, que estamos prácticamente amortizados cuando hemos dado a la sociedad lo mejor de nosotros durante nuestra larga vida laboral, y ahora tenemos todo el derecho a tener una vida socio-política normal, a representar y ser representados, y, desde luego, a tener una atención medicosanitaria que se corresponda, que sea coherente con nuestra edad. No se puede concebir ni siquiera la idea de que exista en este mundo actual una gerontofobia sanitaria.
Por lo expuesto, los mayores aspiramos, en lógica y en justicia, a:
· Que todos los centros de atención médica especializada tengan especialistas geriátricos en proporción adecuada al número de personas mayores que el centro tenga asignada.
Finalizo estas reflexiones reiterando que cuantos más seamos en la denuncia y más unidos estemos, más caso se hará a nuestras reivindicaciones.
José Roberto LópezVicepresidente Ejecutivo Agrupación Europea