Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 6



AUNQUE el pase al grupo de las personas mayores no está aún delimitado por ninguna Ley, en la práctica  le viene considerando mayores, de forma generalizada, a aquellas personas que han pasado a la 'otra orilla del río de la vida laboral', es decir, aquellas personas que, bien por un camino o bien por otro, se han retirado de su actividad laboral por cuenta propia o ajena.

Uno de los acontecimientos importantes que para nosotros los mayores sucedieron en España el pasado mes de junio fue la celebración, en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, del II Congreso Estatal de las Personas Mayores, bajo el título 'Una sociedad para todas las edades', en cuyos debates participaron más de 1.200 mayores sobre tres grandes temas:

El envejecimiento de la población como fenómeno social

El compromiso de la sociedad respecto a las personas mayores y

La contribución de los mayores a la sociedad. Uno de los problemas con los que se enfrenta la sociedad actual es su veloz envejecimiento, debido no sólo al incremento de la expectativa de vida, sino también a la disminución de la natalidad, originando así un bajo índice de reemplazo. Si a esto unimos el descenso en la edad a la que se pasa a la 'otra orilla' del río de la vida laboral 'la comida está servida'.

La realidad es que los representantes de las empresas (ése es su rol) desean que éstas evolucionen al ritmo de los tiempos y tratan de que las personas que las componen se adapten a los nuevos avances tecnológicos, con presión y precisión para no perder 'el tren de la modernidad', como dicen ellos, y dado que determinadas personas no pueden, física o psicológicamente, asumir tales cambios con la rapidez exigida (no olvidemos que los años de trabajo conllevan, en mayor o menor grado, un cierto agotamiento), a la empresa no le queda más que la disyuntiva de o bien ralentizar su evolución, con el consiguiente riesgo de obsolescencia,

o bien emprender la sustitución de éstas por otras personas más jóvenes y con formación mas reciente y en

consonancia con los tiempos actuales. Por esto, si  entrar en el aparente menor coste que le resulta a la empresa, es la segunda alternativa la que eligen.

No voy a profundizar ahora en el análisis de las consecuencias que esta postura puede acarrear a la sociedad entera. Sólo quisiera entrar en la realidad que se vive, quizá desde un punto de vista localista, en su aspecto humano. Entendiendo ya todos que las personas que se retiran no tienen que trabajar para ganarse el sustento de cada día, puesto que sus pensiones y medios de vida se los ganaron tiempo atrás, los mayores deben, además, gozar de un bienestar físico, psíquico y social.

Bienestar social, –y es en esto donde deseo incidir– para poder seguir manteniendo sus relaciones sociales y de convivencia con aquellos que durante muchos años han compartido trabajos y experiencias y están en el entorno de su misma cultura. Que su nueva situación no les cierre ninguna puerta, que no se les excluya ni discrimine socialmente por razón de su nueva situación.

Con el fin de fomentar la continuidad de las relaciones de amistad que habían mantenido durante toda su vida

laboral y seguir conviviendo dentro de esa cultura común que ellos habían creado e impulsado, hace ya más de una década se inició un movimiento social, comenzando a constituirse las Asociaciones en torno a cada una de las Instituciones de nuestro sector de ahorro.

Desde sus inicios, integraban en su seno a los empleados que pasaban a la otra orilla del río de la vida laboral por uno de estos 'dos puentes': o haber cumplido su edad reglamentaria –de 60 a 65 años–, o por invalidez, así como también acogían a las pensionistas viudas y huérfanos de empleados de estas Instituciones de Ahorro. Es decir, abarcaba a todas las opciones que hasta ese momento existían: los Jubilados y Pensionistas de las Caja de Ahorros. Estas eran las tres 'puertas' (y no había más porque no había más opciones) por las que se accedía a estas asociaciones. En general, estas Asociaciones de Jubilados y Pensionistas han venido viviendo bajo la protección de la Institución- madre que las vio nacer y que, de algún modo, ha fomentado ese espíritu de convivencia y fraternidad vivido por aquellos que fueron sus predecesores en la responsabilidad

del trabajo para el fomento del ahorro y los servicios financieros de la sociedad a la que pertenecían.

Mientras tanto la vida social, laboral y empresarial ha seguido evolucionando y se ha tendido un tercer 'puente' en este río de la vida laboral: el de la prejubilación. Y nuestras Asociaciones españolas, como no podía ser menos, se están aprestando a abrir una cuarta puerta de acceso para acoger a sus compañeros prejubilados y seguir conviviendo con ellos en esta 'otra orilla'. En este tema de prejubilados, en Mayo-2000, en la X Convención de las Asociaciones de Jubilados y Pensionistas de las Cajas de Ahorro Confederadas celebrada en la ciudad de León (España), las organizaciones allí reunidas que estaban en esta situación, manifestaron estar admitiendo ya a compañeros prejubilados iniciando, posteriormente, un proceso de modificación de sus Estatutos para adecuarlos a la realidad. Algunos de los argumentos que en favor de su

admisión allí se expusieron fueron éstos:

El Presidente de la Agrupación Europea declaró que era favorable a su admisión argumentando que

'...hay que unir y evitar lo que pueda desunir'. El Presidente de la Federación aconsejó que '...debe admitírselos en igualdad de derechos'.

 Otro representante manifestó que su Asociación ha  admitido a los prejubilados e '... incluso ya forman

parte de nuestra Junta Directiva'.

Un argumento general fue el de que '... de no admitirles se corre el riesgo de que la Asociación pueda

desaparecer con el tiempo...'.

'... un prejubilado es como un jubilado, ya que nunca volverá a trabajar en la Caja...'.

'... sería una contradicción promover y reivindicar una convivencia intergeneracional y al mismo tiempo

rechazar la convivencia con las generaciones inmediatas a la nuestra que serán las que nos sucedan...'.

Otros manifestaron que admiten a los prejubilados, '... con excepción de aquellos que prestan servicios

en otras empresas'. Y ello es lógico, pues el prejubilado que pasase a trabajar en otra empresa, seguiría

siendo activo aunque en otra empresa, con las consiguientes consecuencias de su situación anterior

de prejubilado; es decir, sería semejante a un jubilado que trabajase por cuenta ajena o propia, con perjuicio

de su pensión. Como se puede observar, tanto la Agrupación Europea de Asociaciones como la Federación Española y las propias Asociaciones son partidarias de integrar en su seno a sus prejubilados.

Hasta hoy, la gran mayoría de las Asociaciones han comprendido sabiamente que la prejubilación es una nueva situación (ese tercer 'puente') por la que se sale de la vida activa laboral –que de haber existido en el momento de su constitución, se hubiera incluido también– y que, por tanto, los prejubilados son hermanos y compañeros nuestros que junto con nosotros han trabajado para situar a nuestras Cajas de Ahorros en el lugar de solidez y prestigio que ocupan hoy.

Así pues, tanto los empleados prejubilados y jubilados (por edad o invalidez), como sus respectivos cónyuges y huérfanos, que formamos parte de este colectivo social al que hoy llamamos personas mayores, debemos mantenernos unidos y, con el patrocinio de nuestras respectivas Instituciones- madre, hacer muchas cosas en servicio de la sociedad a la que orgullosamente pertenecemos, evitando que se produzca un desgarro intergeneracional. Casi todas las Asociaciones están trabajando en esta dirección y somos muchos los que deseamos que, pronto, esto llegue a ser una feliz realidad.

Si Dios quiere que esto llegue a ser así, sería de desear que nuestras Asociaciones modificasen su actual denominación por la de 'Asociación de Personas Mayores de la Caja...', lo que daría un pleno sentido a la participación de nuestra Federación de Asociaciones en la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA).

 

Angel E. García Rubiales

Jubilado de CAJA MADRID