Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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La “Discriminación económica” tan sólo es un aspecto más de la discriminación global que afecta a los mayores y que dada su naturaleza es fuente y/o consecuencia de otros factores que ya se han tratado en anteriores Euroencuentros.

“Discriminación económica.  Las personas que pertenecen a una minoría no productiva (como por ejemplo, los mayores) carecen de ingresos suficientes para poder vivir con dignidad.” En general, esta es la definición clásica a la que nos  referimos, pero existe otra definición más compleja y más articulada que se puede apreciar al observar de forma detallada los diversos aspectos de la vida cotidiana.

La discriminación se puede manifestar de diversas formas. Todos somos conscientes de que existe una forma indirecta que se da cuando, con frecuencia, la neutralidad de reglas y leyes vigentes favorece formas de exclusión.

Por tanto, el término “discriminación” no se utiliza en su primera y más simple acepción. De modo que, el desarrollo que entreveo en la tipología de dicha discriminación es, de hecho, más sucesivo que originario.
Ahora bien, las leyes y reglas que están en vigor en nuestro sistema civil abarcan todo el desarrollo de nuestra vida, ya sea en lo concerniente a una parte de ella que, ante todo, está representada por todo lo que depende de nuestra voluntad, como en la parte que se nos impone al formar parte de una sociedad organizada. 
Aquello que se define voluntario, que no es otra cosa que el desarrollo de una tarea moral que debería ser objeto de toda consciencia, forma parte de las obligaciones de nuestra vida cotidiana.
Dado que el conjunto de normas que regulan la vida de todo ciudadano no se crea en base a criterios discriminatorios, hay que considerar las consecuencias económicas de dichas normas y la manera en que su aplicación puede ser discriminatoria para los mayores. A su vez, este factor puede variar en función de las legislaciones de los diferentes estados.
En los últimos años la solidaridad intergeneracional se ha ido desvaneciendo. Un sistema que tenía como objetivo principal que los jóvenes, con su participación en la seguridad social, garantizaran a aquellos que los habían precedido una vida libre de incertidumbres económicas.
Por desgracia, este sistema fracasó debido a varios factores. El primer factor se debe a que la vida se ha encarecido. Esto a su vez ha provocado un descenso en la natalidad y se ha creado un círculo vicioso que por un lado, ha disminuido las fuerzas activas de la sociedad y, por otro, ha aumentado el número de aquellos que en virtud del aumento de la media de vida, se encuentran en la condición de no formar parte del mercado productivo.
Esto ha provocado un desequilibrio en las cuentas estatales de la seguridad social, menos ingresos y más desembolsos.
En este caso podemos afirmar que la “Discriminación” se genera a partir de la anulación del concepto de solidaridad intergeneracional. Nos encontramos ante una generación que tiene la gran preocupación de tener que pensar en aquellos que ya están jubilados.
Por eso vemos cómo nuestras peticiones, que requieren una mayor atención hacia un sector de la población que ha contribuido mucho en el trascurso de su vida activa se están tratando como una defensa de privilegios ya obsoletos e inadmisibles, es decir, se etiqueta de egoísmo y esto claramente se convierte en una forma de discriminación. La prolongación de la media de vida es desfavorable para los mayores.
Las mismas consideraciones son aquellas que se refieren a los seguros de vida y enfermedad que en la actualidad, han aumentado el límite de años para suscribirse. Extremadamente costosas, ya que las aseguradoras afirman tener mayores probabilidades de desembolso.
Esta ejemplificación se puede extender perfectamente a otros sectores de la vida de hoy en día y, se trate de factores económicos como de factores relativos a las capacidades físicas y relacionales, la persona mayor prácticamente está considera en muchos casos como  un peso social.
El concepto principal es: “Los mayores representan un factor de riesgo económico en la sociedad”, esto, naturalmente no se manifiesta de forma clara pero básicamente se está aplicando. Por tanto, tenemos que conseguir que nuestras conciencias maduren para ejercer el derecho a ser escuchados y evaluados de forma justa. Las divisiones son demasiadas y sobre todo la aceptación pasiva del estado es enorme. De poco valen las protestas sin que surtan efecto. Las reflexiones e indicaciones que asumimos en cada una de nuestras asociaciones, en nuestros debates, no son suficientes. Tenemos que luchar, superar cualquier barrera ideológica, unir nuestras fuerzas de forma que tengamos un ineludible peso político. Debemos poner en práctica una política que defienda nuestros derechos, sin acometer contra los derechos de otros.
La realización de sus justas peticiones que se pueden resumir bajo un punto de vista económico en los puntos siguientes:

• Los gobiernos tienen la responsabilidad de desarrollar sistemas de protección social que garanticen con carácter universal algunos ingresos base para todos los mayores. Se debe garantizar la no utilización de los recursos destinados a las pensiones con fines económicos diferentes.
• Cada país debe crear un Plan Nacional que incluya aspectos económicos, sociales, culturales y de salud que apoyen programas contra la pobreza y así asegurar un fácil acceso universal ' in age friendly communities'.
• Se debe promover la idea de que la pensión, además de constituir un derecho universal, se pueda realizar voluntariamente en modo progresivo y flexible.
La obligación de prestarle atención a las relaciones de atención, de trabajo, de uso de los recursos humanos y económicos de una forma nueva y socialmente más organizada, contribuye hoy a una reflexión sobre la relación entre trabajo y renta que reconoce la necesidad de ambos con múltiples posibilidades de combinación y dosificación.
Concluyo con lo que escribió la abogada Caterina Mirto en el cierre de su relación en el Congreso  “Los derechos de los mayores” de Palermo: “En esta sociedad corrompida, preocupada primordialmente por acumular a ritmos frenéticos todos los estímulos posibles, sin prestar atención al respeto de la unicidad de cada persona mayor y de los orígenes característicos del individuo, ofreciéndoles así la posibilidad de buscar, encontrar y estar satisfechos de su sitio en la sociedad, cada uno debería comprometerse en la reconstrucción y en salvaguardar los valores familiares, en la protección y cuidado de los afectos, en el descubrimiento de aquello que no está destinado a consumirse de forma rápida para convulsivamente dejar paso a lo nuevo, pero que muy raras veces es mejor, a la paciencia y a la tenacidad por mantenerse firme en un arduo pero sano camino personal que respete al prójimo en su unicidad y que garantice de este modo a la vida asociada, la posibilidad de perpetuarse”:

Franco Salza