Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

PUBLICACIONES

Índice de Documentos > Ponencias y comunicaciones > Sicilia 2007



Podemos afirmar que el asunto que más preocupa en general a la población es la salud, especialmente a nosotros, los mayores. Diferentes estudios sociológicos corroboran que por encima del bienestar económico, las personas mayores damos más importancia a la salud. Es algo comprensible si consideramos que con la edad se van acumulando achaques, somos más frágiles, y, queramos o no, el envejecimiento es para las dolencias, para las enfermedades, un importante factor de riesgo. 

 

            Está confirmado que el 80% de los mayores tenemos, al menos, una enfermedad crónica, y el 45% más de una. Yo, por ejemplo, padezco hipertensión, colesterol, problemas de azúcar y cardiovasculares. Somos los mayores los que generalmente más acudimos a las consultas médicas, más gastos farmacéuticos generamos y los que ocasionamos más ingresos hospitalarios. Por todo ello, somos los que más gastos sanitarios generamos y se nos ve como una carga del sistema sanitario -sistema que, en general, siempre tiene falta de recursos financieros-, así como personas improductivas  y una amenaza para la sostenibilidad y viabilidad financiera de dicho sistema, se considera que los recursos sanitarios que se invierten en nuestra atención no tienen posteriormente un retorno social, y además se puede aducir que a todos los efectos ya hemos cumplido totalmente con nuestra misión en la vida. Esto último no podemos ni debemos aceptarlo. Somos mayores activos, nuestros conocimientos y experiencia son útiles y necesarios, para nuestra familia y para toda la sociedad en general. Una cosa es la jubilación laboral y otra la social, y es evidente que en este ámbito aun podemos y debemos hacer muchas cosas. La jubilación implica simplemente un cambio de actitud: seguimos aportando riqueza económica y social a nuestro país y somos parte activa de la sociedad. Si no fuese de esa manera, no tendría sentido nuestra presencia hoy aquí.

 

            Reconociendo que en España el Sistema Sanitario gestionado por las Administraciones Públicas es de carácter gratuito y universal, que tiene una amplia cobertura sanitaria, y que en relación con los medicamentos los mayores tenemos una discriminación positiva (para nosotros son gratuitos y para el resto se exige un copago porcentual del valor de los mismos), ello no quiere decir que no exista una cierta discriminación sanitaria negativa relacionada con nuestro colectivo, los mayores. Y según va envejeciendo la población, más se acentúa esa discriminación.

 

Actualmente en España, y esto debe ser general en otros países de la Unión Europea, existen más personas mayores de 65 años que niños, como se refleja en la siguiente tabla de población según edad:

 

 

AÑO

   1960 (millones)

   2004 (millones)

Total población

    30.5

    43.2

Niños hasta 15 años

    13.8    45,1%

      6.1     14,2%

Mayores de 65 años

      2.5      8,2%

      7.3     17,9%

 

            La demografía ha cambiado, y más cambiará, por el descenso de la natalidad y el incremento de los años de esperanza de vida, lo que nos permite hacer la siguiente pregunta: ¿Existen suficientes especialistas en geriatría para atender a la población actual de personas mayores?

 

            La respuesta clara y contundente es NO. El número de consultores de Geriatría en Atención Primaria y Atención Especializada es cero. Se calcula que el número de Servicios de Geriatría en hospitales puede ser, como mucho, de un 15%.  El número de especialistas en Geriatría titulados en España está actualmente en torno a los 800. Sólo existe una cátedra de Geriatría en las 27 facultades de Medicina existentes. En los últimos años se vienen convocando entre 45 y 50 plazas de MIR (Médicos Internos Residentes) para la especialidad de Geriatría, número insuficiente si consideramos la población mayor existente.

 

            Podemos afirmar que existe un déficit de profesionales de geriatría en los distintos niveles asistenciales de nuestro Sistema Nacional de Salud, con falta de formación especializada del médico de Atención Primaria, ausencia de médicos geriatras en Atención Especializada, escasez, en los hospitales, de servicios de Geriatría y de camas hospitalarias destinadas específicamente a las personas mayores. Y esto, consideramos los mayores que es una discriminación. Este mismo problema existía en los años 60 en relación a la población infantil, pero se crearon cátedras,  servicios hospitalarios y escuelas de formación de personal de enfermería especializado en pediatría; el problema se resolvió y bajaron drásticamente las tasas de mortalidad infantil.

 

            Otra pregunta que nos podemos hacer es: ¿Existe discriminación en la asistencia farmacéutica?

 

            Si consideramos lo dicho anteriormente, existe una discriminación positiva en el sentido de que los medicamentos nos son facilitados gratuitamente, mientras que los trabajadores activos tienen un copago porcentual de los mismos. Últimamente se está escuchando, y con demasiada insistencia, que quieren también aplicar el copago a los medicamentos que consumimos los mayores. En tal caso, consideramos que los jóvenes consumen menos medicamentos, y que los mayores, desgraciadamente, consumimos más, el copago en nuestro caso significaría una discriminación sanitaria mayor.

 

            El consumo simultáneo de medicamentos recetados por diferentes especialidades (cardiología, digestivo, reumatología, endocrinología, etc.) puede producir lo que se conoce como una reacción adversa a los medicamentos (RAM)  lo que está generando el 10% de los ingresos hospitalarios, y la sufre un 25% de los mayores ingresados y un 35% los tratados ambulatoriamente. Este problema se podría disminuir drásticamente si se coordinase el conjunto de medicamentos a recetar mediante un control geriátrico especializado.

 

            En relación con los medicamentos también podemos considerar como discriminación la práctica ausencia de personas mayores de 65 años en los ensayos clínicos de nuevos fármacos, lo que genera falta de conocimiento basado en la evidencia en el tratamiento de los mayores, cuando precisamente son estos los que, por desgracia, más medicamentos se ven obligados a consumir.

 

            Consecuentemente, dado el envejecimiento de la población, las investigaciones farmacológicas deberían contar con la participación de las personas mayores de 65 años,  y enfocarse a cuidar su salud, evitar muertes prematuras, reducir el sufrimiento y proporcionar y alargar una calidad de vida digna.

 

            Los sistemas sanitarios deben adecuarse a la situación demográfica cambiante que exista en cada momento, y actualmente la población mayor tiene un gran peso específico.

 

En mi opinión es importante recoger la recomendación emanada de la Asamblea General del Comité de Médicos de la Unión Europea, que dice “los derechos de las personas mayores son idénticos a los del resto de ciudadanos. Las personas mayores deben tener el mismo acceso a los sistemas de salud que cualquier otro ciudadano, sin ningún tipo de restricción. La Constitución Española y la Ley General de Sanidad amparan este derecho, jurídica y legalmente.

 

Y finalizo la exposición con una reflexión: la jubilación no hay que verla como la etapa final de nuestra vida, sino como una nueva etapa que conlleva satisfacciones personales y nuevas posibilidades sociales y económicas. El aumento de la esperanza de vida y el desarrollo del bienestar social han hecho posible que nosotros, los mayores, seamos también protagonistas en la sociedad actual, y es por lo tanto imprescindible que no aceptemos  discriminación alguna,  ni social, ni política, ni mucho menos sanitaria. Debemos trabajar todos unidos para ir eliminando cualquier asomo de discriminación que pueda afectar a nuestra edad.

 

Los mayores no podemos olvidar que constituimos un colectivo muy importante por la fuerza sociológica que nos dan nuestros votos, hasta el punto de que podríamos cambiar, en un sentido o en otro, el ejercicio del poder.

 

 

José Roberto López Martínez

Vicepresidente Ejecutivo

 

 

 

Bibliografía:

 

  • VII Congreso nacional de CEOMA (2005). La discriminación  sanitaria de las personas mayores
  • CANTABRIA ACADÉMICA (2004). Salud y personas mayores. La discriminación sanitaria del mayor de Eduardo Rodríguez Rovira
  • Instituto Nacional de Estadística