Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

PUBLICACIONES

Índice de Documentos > Ponencias y comunicaciones > Sicilia 2007



La discriminación que sufren las personas mayores fue ya parcialmente abordada en Huelva en 2005 durante las conferencias sobre la dependencia de las personas mayores. Entonces constatamos que, a pesar de los esfuerzos realizados por instituciones mundiales, europeas o nacionales, el camino a seguir para acabar con esta forma de exclusión social que afecta a las personas mayores sería largo, máxime teniendo en cuenta que el envejecimiento de la población se sigue considerando como un freno al desarrollo, por no decir una “desgracia económica”.

 

A pesar de que instituciones mundiales como la ONU y la Unión Europea han tomado posiciones al respecto, podemos constatar que esta forma de exclusión de las personas mayores está más o menos presente dependiendo de si las naciones desarrollan acciones más o menos voluntariosas. En Francia, la lucha contra la discriminación de edad es efectiva y ha sido objeto de textos directriz que se apoyan y hacen referencia a los textos comunitarios y a los derechos de las personas mayores.

 

Sin embargo, para el gobierno, la perspectiva demográfica ocasiona retos particulares a escala global, ya que los sistemas directrices puestos en funcionamiento como complemento de la seguridad social comienzan a sentir una presión que no puede sino aumentar con el tiempo.

 

Este enfoque es peligroso, ya que puede conducir a percibir a “los viejos” como fácilmente explotables, inútiles en nuestro mundo contemporáneo globalizado y, cada vez más, industrializado. También puede generar discriminación, abusos y hasta malos tratos, sobre todo en lo referido a la salud y el acceso a los cuidados sanitarios.

 

q La Discriminación por razón de edad y de salud.

 

Aunque la no-discriminación por razón de edad y de salud es un derecho reconocido, este tipo de exclusión existe en un país desarrollado como Francia.

El Pacto internacional relativo a los derechos económicos, sociales y culturales (Artículos 9, 11 y 12) define así los objetivos: “Crear, cada vez que sea necesario, sistemas de cuidados sanitarios así como redes de seguridad económica y social para la tercera edad, y eliminar todas las formas de violencia y de discriminación que les afecten”.

Los “viejos” no tienen que ser vistos como inútiles para la sociedad en la medida en que algunos necesiten más cuidados que una persona joven o de mediana edad, ya que tales estereotipos pueden provocar desigualdades, tratos discriminatorios y en ocasiones abusos.

Cuando esa forma de segregación que es la discriminación afecta a los “ancianos”, se limita a campos como el empleo, el trabajo, el acceso a la formación, las remuneraciones y la concesión de crédito. No obstante, la discriminación basada en el criterio de salud de la que las personas mayores son víctimas es la más perniciosa.

 

 

El Código de los Derechos de las personas establece que las personas mayores tienen derecho a estar amparadas contra la discriminación en materia de servicios de salud. En Francia, este derecho se aplica desde hace tiempo en los hospitales, casas de salud, clínicas, ambulatorios y establecimientos de cuidados de larga duración. Desde hace varios años, el gobierno y el parlamento han tomado ciertas medidas que han frenado la discriminación en la salud o por minusvalías de manera global y sin que importe la edad con el fin de no alimentar la exclusión de las personas mayores.

 

Incluso en el caso de la Cobertura de Enfermedad Universal[1] complementaria, que da derecho a un complemento de salud gratuito, y que se aplica igualmente a las personas mayores, el gobierno ha prohibido toda selección basada en el riesgo de salud de sus beneficiarios.

 

En Francia, la discriminación de las personas mayores por motivos sanitarios ya no constituye un fenómeno constante y cuantificable. El gobierno francés asumió hace ya tiempo que este tipo de comportamiento social es inaceptable en el siglo XXI. Por su parte, la opinión pública no aceptaría esta forma de exclusión en un mundo en el que se considera que una de las grandes victorias de la ciencia y de la medicina es precisamente la de haber aumentado, de forma significativa, la duración de la esperanza de vida.

 

De esta forma, podemos afirmar que esta forma de sectarismo contra las personas mayores ha sido erradicada del conjunto de la sociedad francesa. No queda sino matizar nuestra respuesta y admitir la existencia de una forma indirecta de discriminación en materia de salud. Esta se manifiesta en el acceso o en el acto de asistencia diferidos y en otras formas derivadas.

             

q Las diferentes expresiones de la discriminación por la salud.

 

µ La discriminación  por acto de asistencia diferida :   

¿De qué se trata?                                          

En los servicios que prestan asistencia sanitaria, ciertas actitudes pueden influenciar en la calidad de las “prestaciones sanitarias” que se ofrece a las personas mayores. En ocasiones, algunos componentes del sistema médico tienden a normalizar los problemas de salud de las personas mayores, o lo que es lo mismo, tienden a considerar o suponer que un problema de salud es normal para una persona de esta edad y que, por lo tanto, no hay por qué tratarla como a una persona más joven. Por ejemplo, para un examen de escáner IRM, se dará cita antes a una persona joven que a una de más de 80 años.

 

No se trata de un rechazo a asistir o a prestar servicio, sino de la aplicación de un principio de prioridad en las posibilidades –a veces limitadas– de acceso a la asistencia relacionado con el lugar (un pueblo o una gran aglomeración).

Hay que tomarse muy en serio esta forma de discriminación directa que podríamos calificar de hipócrita.

¿Y por qué hipócrita? Porque, a priori, no la genera la voluntad de perjudicar, ni conlleva una voluntad de exclusión.

Hipócrita, porque no culpa a quienes la llevan a cabo ya que la crea la ausencia de medios médicos y logísticos; porque se basa en consideraciones más financieras que médicas, en imperativos económicos.

 

Quienes se exoneran así del derecho de toda persona al acceso igualitario a la asistencia piensan equívocamente que las Personas Mayores agotan los recursos de los servicios de salud, que se requiere más tiempo o esfuerzo para procurarles asistencia y que, no pudiendo obtener los medios materiales, técnicos y humanos necesarios, deben dar prioridad a los enfermos jóvenes.

 

µ Une discriminación derivada: VIOLENCIA Y MALTRATO.

 

Es la forma más contestable de discriminación, ya que constituye la negación del derecho de las personas mayores a estar libres de tratos inhumanos y degradantes. Esta discriminación la genera normalmente la salud deficiente de la persona mayor. Los culpables de esta forma de discriminación se aprovechan de la vulnerabilidad de “los viejos”.

Las personas mayores, enfermas, minusválidas o dependientes son víctimas fáciles para este tipo de discriminación basada en la salud. Las personas mayores, sobre todo las mujeres, son a menudo víctimas de negligencias, en especial físicas y psicológicas, que pueden llegar hasta la violencia y el maltrato.

 

Algunos sucesos recientes divulgados por los medios de comunicación han sacado a la luz el maltrato y el seguimiento médico incompleto de personas mayores.

 

 

¿Por qué hay que considerar el maltrato como una forma de discriminación?

            Porque un estudio reciente del Consejo de Empleo, Política y Salud estima que el 80% de los casos de maltrato conciernen a las personas mayores. Esta violencia sólo puede ejercerse cuando la persona que la sufre es vulnerable (minusvalía física o psicológica, senilidad), ya que de ser fuerte impondría respeto.

¿Cómo explicarlo?

El maltrato de las personas mayores es probablemente una vieja realidad, pero hoy se da una concienciación a este respecto. Mientras que en Francia, en 1999, el problema del maltrato a las personas mayores no se daba más que en un único esquema gerontológico, la concienciación del maltrato a las personas mayores se ha convertido en un fenómeno emergente que evoluciona con rapidez desde que se considera como una forma de discriminación por criterios de salud sufrida por las personas mayores.

 

Esta concienciación lleva sin duda a mirar de nuevo hacia la persona mayor y a reevaluar la mayoría de las actitudes, comportamientos, procedimientos y estructuras relativos a los mayores enfermos.

 

Hay que subrayar que, en la inmensa mayoría de los casos, los maltratos son mixtos: físico, psicológico, financiero o incluso de medicamentos (por exceso o por defecto). A esta clasificación basada en la naturaleza del maltrato, podemos añadir otra clasificación basada en la intencionalidad:

-          los maltratos voluntarios,

-          los maltratos por inadvertencia, ciertamente los más numerosos e insidiosos, debidos en su mayor parte a la ignorancia, la incompetencia o incluso la saturación de las posibilidades individuales.

 

Muchas instituciones médico-sanitarias solo consideran como verdadera discriminación por la salud el maltrato que puede conllevar una denuncia. Los maltratos psicológicos y las negligencias “ordinarias” se inscriben en un contexto general en la frontera de la normalidad.

Esta apreciación que reduce el maltrato a un cierto ámbito la comparten ciertos profesionales de la salud a los que resulta difícil concebir que su comportamiento profesional pueda ser de maltrato o discriminación cuando ellos, por supuesto, no tienen ninguna voluntad de perjudicar a nadie.

 

 q ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar?

 

En un país como Francia, donde, como hemos visto, la Carta Europea contra la discriminación de las personas mayores basada en la salud es respetada y aplicada, cabe no obstante que:

  

ŒAlgunos parámetros económicos y políticos sean tomados más en cuenta por los responsables

 

Un cambio importante está marcando, desde  hace varias décadas, la demografía del planeta: la edad. El envejecimiento es un problema social que va a amplificarse. Varios países, entre ellos Francia, han puesto en práctica sistemas de garantía de asistencia universal. Estas naciones se preguntan por el futuro de estos sistemas y por los medios necesarios para mantener y perennizar estas protecciones afectadas por el incremento de la duración de la vida.

 

En Europa, el inevitable cambio de la estructura demográfica inducida por el envejecimiento de la población según una curva ascendente, exige que se tomen en cuenta urgentemente ciertos problemas económicos y sociales como:

-          El aumento y la regulación geográfica de implantación de materiales de detección (escáner, instrumento de resonancia magnética, etc.),

-          La creación de los suficientes establecimientos especializados de acuerdo con la demanda, que sólo podrá seguir un ritmo exponencial.

 

Sin una reacción urgente y voluntariosa de los responsables, la discriminación de las personas mayores basada en la salud podría convertirse en una constante inaceptable para un país desarrollado.

 

Adaptar las estructuras a las necesidades específicas

 

La oferta sanitaria y médico-social tendrá que adaptarse.

Sirva de ejemplo un campo prioritario: la formación de médicos, personal sanitario, auxiliares de vida y otros protagonistas médico-sanitarios.

 

Para los médicos franceses, no es hasta después de la orden gubernativa de 4 de marzo de 1997 cuando la gerontología y la geriatría se convierten en materias de enseñanza teórica obligatoria durante el segundo ciclo de los estudios médicos. Además, si ojeamos el anuario telefónico por profesión podemos constatar que, en toda la ciudad de PARÍS, sólo hay 13 médicos inscritos en la rúbrica “médicos especialistas en geriatría y gerontología (enfermedades de las personas mayores).

 

Esta adaptación a las necesidades de las ayudas a domicilio mediante la formación de los médicos y el personal sanitario es fundamental. Como hemos visto anteriormente, la falta de medios, la fatiga y el agotamiento de los asistentes naturales, la desafección de los profesionales sanitarios por el campo geriátrico y el desconocimiento de ciertas terapias pueden generar discriminación por la salud; ya sea directamente, como los actos de asistencia diferidos, o en sus formas derivadas, como el maltrato.

 

El número de personas mayores y sobre todo de personas muy mayores va a aumentar sobremanera durante los próximos treinta años. Lo mismo ocurrirá con las enfermedades crónicas y las incapacidades debidas a la edad, así como con las necesidades de asistencia y tratamientos correspondientes. Las ofertas de tratamiento existentes y el número actual de plazas en los hospitales y establecimientos de salud especializados no serán suficientes para responder a los retos que plantearán las enfermedades debidas a la edad.

 

La no discriminación de las personas mayores por criterios de salud pasa por habilitar los suficientes establecimientos, adaptados y bien distribuidos geográficamente, equipados con el material necesario y que cuenten con los sujetos médico-sociales competentes.

 

qConclusiones

 

No podemos sino estar contentos al constatar que el envejecimiento de la población figura claramente en el programa político de salud de la Unión Europea.

 

Pero el programa de acción relativo a la discriminación sanitaria por edad tiene que ir más allá del reconocimiento de los derechos fundamentales de las personas mayores y minusválidas. Apoyándose en las diferentes cartas y convenios relativos a los derechos de las personas mayores, nuestros gobiernos deben tener en cuenta la importante contribución de “los viejos” a la sociedad y no limitarse a una apreciación anticuada de la incidencia económica del envejecimiento demográfico sobre el mercado de trabajo.

                                                                                              

Toda estrategia globalizada sobre el derecho de las personas debe eliminar toda forma de discriminación por edad, incluyendo la basada en la desigualdad en el acceso a la asistencia sanitaria.

 

Si bien es cierto que en Francia las diferentes medidas de ayudas sanitarias financieras y de cobertura médica para las Personas Mayores son una realidad, el acceso a la asistencia, igualitario y en cualquier lugar, merece ser considerado como un objetivo importante, como un nuevo reto.

 

Jean Claude CHRETIEN

SCIACCA, abril de 2007



[1] CMU, en sus cifras francesas.