Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 9



Op iniones para todos los gustos sobre este tema. Este fenómeno de la sociedad genera un cúmulo de preguntas que no cesan de alimentar debates entre políticos, sindicalistas y sociólogos.

     Nuestras sociedades 'desarrolladas' envejecen. Las consecuencias de este fenómeno han sido examinadas hasta ahora casi únicamente bajo el prisma de los jubilados y de las reformas que convenía adoptar para asegurar su perennidad. Esta visión es extremamente reductora.

     El alargamiento del período de vida unido al envejecimiento afecta a toda la sociedad en sus diferentes dimensiones. Nuestras formas de trabajar, de cubrir los riesgos, de concebir las relaciones entre generaciones y de repartir el tiempo social en la trayectoria vital, se han transformado profundamente.

     El envejecimiento de la población: ¿fuente de enriquecimiento o una plaga de los tiempos modernos?

     ¿Debe considerarse el envejecimiento, ante todo, como un cambio social?

     ¿Influirá la deformación de la pirámide de edad en el consumo, en el ocio y en la organización de la sociedad?

     ¿Será más difícil mañana vivir en una sociedad que envejece?

     ¿Cuál será el impacto de la evolución demográfica que se confirma, cuyas líneas de futuro se dibujan?

     Esta evolución choca con las nuevas configuraciones familiares que deben, a partir de ahora, verse bajo el ángulo de la evolución relacional en el seno de la célula 'familia', y que podemos enumerar: sanidad, dinero, derechos y mentalidades. Es posible que, bajo la presión de los modos de vida o de la emergencia de tendencias de las cuales depende la evolución de la humanidad, uno de esos criterios se transforme y adquiera carácter dominante, modificando en profundidad la naturaleza de las relaciones en el seno de la esfera familiar.

     Tomemos como ejemplo el campo de la sanidad. Desde hace diez años, en particular a causa de la Enfermedad de Alzheimer, las tutelas se han multiplicado por dos, y cerca del 60% de las mismas son asumidas por las familias de forma estable. ¿Qué pasará en el futuro? ¿Qué decir igualmente de la obligación referente a la alimentación entre las generaciones? La ley francesa obliga a los miembros de una familia a ayudarse. La evolución demográfica puede hacer emerger en un futuro problemas hasta ahora desconocidos. ¿Se puede obligar a un bisnieto a que alimente a su bisabuela con la que ha tenido únicamente relaciones ocasionales? Si espiritual y humanamente la respuesta debe ser afirmativa, resulta lógico que podamos preguntarnos sobre si el apilamiento de generaciones debilita la capacidad solidaria de la familia.

Las sociedades ponen a prueba el envejecimiento

     Los sociólogos han estudiado este cambio bajo el prisma de los ciclos de vida: la edad de la jubilación y la edad del empleo.

La jubilación: ciclo de vida

    Las mentalidades en este ámbito han evolucionado mucho en el transcurso de estas últimas décadas. La jubilación ya no se considera en Francia como el inicio de la vejez. Existe en el espíritu de los jóvenes jubilados una segunda vida antes de llegar a la tercera edad. El envejecimiento de la población francesa viene acompañado de una evolución de las mentalidades en los jubilados. En tanto que gozan de buena salud, los 'mayores' se consideran todavía jóvenes, mientras piensan que sus padres a su edad eran viejos. Para la mayoría, el término 'mayores' tiene un valor. Para aquellos que se aproximan a la edad de jubilación, ésta se espera con impaciencia y alivio. La jubilación se ha convertido en la ocasión de alcanzar un esparcimiento retrasado durante mucho tiempo.

     Esta tendencia se aprecia sobre todo en los jóvenes 'mayores' que han sufrido, molestos y forzados al final de su carrera, cambios de trabajo y de métodos, así como los efectos de la deslocalización, y ello, en un clima de inseguridad y de estrés.

     Observamos así una especie de desinterés en la vida de la empresa, en beneficio de la vida sin más. Si para un buen número de asalariados el trabajo es un valor respetado y apreciado socialmente, ya no es únicamente en la empresa donde uno se realiza y desarrolla.

La edad de empleo y la prolongación de la vida laboral

     Este tema es recurrente. Las intervenciones del Sr. Nielsen, presidente de la comisión de Expertos de Bruselas, y del Sr. Lemchem (delegación sueca) en el Euroencuentro de Salou, relativas a las soluciones preconizadas por la Comisión Europea o adoptadas en Suecia para afrontar los problemas planteados por los desequilibrios financieros de los organismos de previsión de la vejez, no han dejado de interesarnos.

     El desafío del envejecimiento de la población no es tanto de los jubilados como del empleo de los asalariados que avanzan en edad y el de las generaciones jóvenes. ¿Cómo afrontarán los países desarrollados este desafío?

     De un país a otro, la diferencia de trayectorias profesionales en la segunda parte de la vida laboral es sorprendente.

     ¡Qué contraste entre los quincuagenarios japoneses, suecos y franceses! Para los dos primeros, inserción en el mercado laboral hasta una edad avanzada, para los terceros, fragilidad y relegación precoz fuera del mercado.

El empleo de las personas de más de 50 años

     ¿Existen en realidad métodos eficaces para mantener a los asalariados en el trabajo en condiciones aceptables? ¿No es la franja de asalariados con más edad la más amenazada por el riesgo de pauperización?

     Empleo y jubilación forman una pareja indisociable. No podemos regular la jubilación sin tener en cuenta el problema del empleo en su globalidad, especialmente en la segunda mitad del curso de la vida. Las comparaciones internacionales nos aclaran a menudo las cosas. De modo general observamos que, en el mercado de trabajo, el fenómeno de relegación de los asalariados con edad avanzada abarca situaciones muy diferentes desde países como Japón o Suecia, con un futuro para los quincuagenarios, hasta Francia, Alemania y Bélgica donde predomina una depreciación de este tipo de asalariados.

     Esto demuestra la existencia de una gran variedad de 'culturas de la edad'. Mientras que en Suecia y en Japón existe la 'cultura del derecho a trabajar' para los mayores, en Francia, como ocurre en muchos otros países europeos, se fomenta la 'cultura de la salida precoz del mundo laboral'.

     ¿Es necesario abandonar la lógica de una segmentación de edades para gestionar una diversidad en la que se abarquen los 'ciclos de la vida'? ¿Es realmente necesario?

     Algunos dan más importancia al lucro cesante de los regímenes de pensiones, otros a la necesaria transmisión intergeneracional del conocimiento y del saber en las empresas. Algunos sociólogos no dudan en avanzar la idea de los efectos benéficos de una 'segunda profesión' para los asalariados con edad avanzada. Pero además de que la perspectiva de un cambio de profesión supone una preparación previa, debemos reflexionar sobre el riesgo que corren estos asalariados de verse empleados en puestos menos cualificados y con una remuneración muy probablemente reducida. Ante tal situación, los asalariados podrían sentirse infravalorados.

     En Francia, donde la tasa de paro es todavía elevada, el alargamiento del 'ciclo de vida activa' tan solo puede ser concebido bajo la perspectiva de un mercado de pleno empleo para los jóvenes. Es necesario que los países llamados 'desarrollados' sepan hacer del envejecimiento de la población una oportunidad y no una catástrofe. Para ello deberían hacer un buen análisis macro sociológico del comportamiento de las empresas en materia de gestión de la edad. Deben dejar claro el estatus de los asalariados con edades más avanzadas, su protección social; en una palabra, deben construir una verdadera 'cultura de la edad'.

     Si al interrogarnos sobre el problema fundamental del envejecimiento de la población, limitamos nuestra atención al aspecto sociológico de la edad del empleo y de la jubilación, me parece a mí que daremos prueba de una mentalidad limitada y, en ciertos aspectos, caricaturesca.

     Nuestra reflexión debe recoger, en lo que llamamos protección social, otros parámetros, como la salud, la minusvalía y la dependencia. Un estudio europeo reciente muestra que la mayor preocupación de los jubilados es la autonomía. Ésta se percibe como una necesidad absoluta. La dependencia es el gran miedo de los jubilados.

El papel de la agrupación europea

     Debemos continuar trabajando y reflexionando sobre el conjunto de temas de interés para los jubilados: la jubilación, la protección sanitaria, la dependencia, la minusvalía… porque las previsiones a medio y largo plazo demuestran que serán necesarias otras reformas en un plazo de unos diez o quince años.

     Nos hace falta dialogar, y la Agrupación constituye el Forum, el lugar privilegiado de concentración y de intercambio. Muchos de nuestros detractores piensan que lo que hacemos es reflexionar mucho y actuar poco. Pero no es sólo reflexionar lo que cada uno de nosotros llevamos a cabo en nuestros respectivos países, y buena prueba de ello son las intervenciones de nuestros amigos italianos en el marco de la 'cláusula de oro' y las de nuestros representantes en la plataforma AGE, sin olvidar actualmente en Francia nuestro apoyo a la intervención de la Mutua Francesa para la defensa de nuestro sistema de Protección Sanitaria.

     Es en el seno de la Agrupación, lugar de convivencia y de escucha, a través de la difusión de esta información como bien expuso nuestro Presidente José López en su intervención en Salou, donde podrán cobrar vida y desarrollarse sinergias interesantes para todos, sobre todo si no sólo se limitan al problema de la jubilación.

     De hecho, la jubilación no es más que un episodio más del reto que les espera a las generaciones venideras con la construcción de un modelo social europeo.

     Para finalizar, me gustaría citar las palabras de nuestro amigo DIEGO CARRASCO EGUINO, profesor de la Universidad de Alicante:

    
'Se trata de conseguir que el capítulo social sea una realidad en el seno de la Unión Europea. Es necesario que el proyecto de los grandes Padres Fundadores de Europa –una sociedad capaz de dar a cada uno un nivel de vida, de educación, de jubilación, de salud, de servicios sociales y de reinserción digno– se convierta en una realidad'.

Jean Claude Chretien
Secretario General de la Federación Francesa