Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 4



EL Ministro Pimentel del Gobierno de España se ha propuesto frenar las prejubilaciones, esa artimaña abyecta y negadora de la dignidad humana a la que muchas empresas recurren para abaratar costes, sustituyendo a sus trabajadores más veteranos por jóvenes cachorros dispuestos a descornarse por un sueldo más exiguo y un contrato mas precario. El Estado reguló las prejubilaciones con el propósito de librar a muchas empresas de la suspensión de pagos, pero a la postre una medida para tiempos de crisis se ha convertido en un salvoconducto para la discrecionalidad. Hoy, las empresas más encaramadas en las tablas de cotizaciones recurren a la fórmula de la prejubilación con un desparpajo que roza la amoralidad, sabiendo que el Estado asumirá los costes de una medida que, aplicada fuera de los casos estrictamente necesarios, se parece demasiado a la eugenesia que preconizaban los nazis. Telefónica llegó a proponer en España la prejubilación de trabajadores de cuarenta y dos años, ignoro si por comprobar hasta dónde alcanza la capacidad de encaje y docilidad de sus asalariados, o por declarar mediante un piadoso eufemismo que las nuevas tecnologías hacen innecesaria la mano de obra'.

 

'Las empresas expendedoras de prejubilaciones recomiendan a estos trabajadores desahuciados que espanten la depresión 'reciclándose', esto es, prestando sus servicios a ONG, participando en asociaciones vecinales o ayudando en misa como monaguillos. Perdonen el cinismo, pero es que el tema me subleva un poco.'

 

'Las prejubilaciones son siempre perversas, en contra de su etimología, porque hacen de la edad, que debería constituir el principal orgullo de cualquier curriculum profesional, una tara. Una concepción humanista del trabajo distingue al hombre como piedra angular del proceso de producción; pero el sistema carnívoro que entre todos hemos entronizado lo relega a mera pieza de recambio y se deshace de él, como si de una máquina obsoleta se tratase: espero que algún día nos avergoncemos de haber propiciado este sórdido desprestigio del hombre'.

 

 

Juan Manuel de Prada - 'ABC', 12-7-99