Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 6



Los políticos y analistas de todas las democracias europeas se ocupan cada vez más del asunto reflejado en el título de este artículo. Lo hacen basándose en el efecto que los votantes mayores provocan en el resultado de unas elecciones políticas. Pero yo creo que esta cuestión va mucho más allá.

 

Escribo esto desde una perspectiva fundamentalmente británica, pero tengo razones para creer que es un punto central en las tendencias comunes a muchos países europeos. El Reino Unido celebró recientemente unas elecciones generales en las que el Nuevo Partido Laborista de Tony Blair volvió al  gobierno con una amplia mayoría. Sin embargo, todos los partidos políticos de Gran Bretaña están  eocupados por los resultados. El examen de las tendencias de las últimas elecciones ofrece una oportunidad extraordinaria para que los mayores consigan que sus puntos de vista progresen. Se ha producido una caída récord en la participación de votantes desde el comienzo del sufragio universal en 1918. La participación ha descendido en la mayoría de las restantes democracias occidentales y se habla mucho de los 'políticos que vuelven a conectar con el electorado'. Esto es lo que dicen los políticos para referirse a aquello sobre lo que el electorado quiere oir en lugar de aquello sobre lo que los políticos quieren hablar. Ha quedado demostrado que menos de dos quintos de la población entre los 18 y 24 años se han tomado la molestia de ir a votar, la mitad que las personas mayores de 65 años. Muchos jóvenes creían que los partidos políticos del Reino Unido están demasiado próximos a las grandes multinacionales para preocuparse de temas como el medio ambiente o la globalización.

 

Todos los partidos políticos importantes hicieron campaña para conseguir el voto de los mayores. Esto difícilmente puede sorprendernos, ya que 16 millones de personas del Reino Unido superan los 50 años, más o menos un 33% del electorado. Además, son unas cuatro veces más proclives a votar que la gente joven. Para conseguir el 'voto gris', los políticos prometieron diversas mejoras para los pensionistas, entre las que se incluían pequeños aumentos en las pensiones del estado, con el aparente convencimiento de que los pensionistas responderán a, por ejemplo, licencias gratis de televisión para los mayores de 75 años o a las ayudas para combustible en invierno. La realidad es que, aunque todo esto se agradece, de ningún modo sustituye a los pagos que conllevarían más dignidad y un nivel de vida decente. La investigación de la situación de los jubilados por parte del estado para comprobar si tienen derecho a las mejoras, en lugar de su concesión de manera universal, produce como resultado que los jubilados se cansen de rellenar formularios, que no soliciten las ayudas y, finalmente, que las consideren como algo degradante. El verdadero problema reside en que las pensiones de jubilación estatales necesitan estar al nivel de los ingresos medios, que aumentan con más rapidez que el IPC. Además, el IPC incluye artículos que no son relevantes para las personas mayores, ya que éstas se preocupan principalmente de los precios de la comida y del combustible. Las últimas cifras proporcionadas por la Unión Europea comparan la cuantía de las pensiones estatales expresadas como porcentaje de los ingresos nacionales (PNB) entre los siguientes países: Francia, un 10’6%; Italia, un 13’3%; Alemania, un 11’1% y el Reino Unido, un 4’5%. Una de las causas principales de este resultado tiene que ver con el hecho de que los empresarios del Reino Unido pagan menos seguridad social que sus homólogos de la Unión Europea.

 

Los políticos británicos no han conseguido entender que no se trata sólo de dinero. Las prestaciones sanitarias, el transporte público, la seguridad vial y la asistencia sanitaria a largo plazo son temas vitalmente importantes para muchas personas mayores. Es vergonzoso, por ejemplo, que muchos pensionistas tengan que vender sus casas para pagar el coste de una asistencia sanitaria a largo plazo. Cuando la apatía reina en las elecciones nacionales y locales, la gente mayor se encuentra con una oportunidad maravillosa para influir en el resultado de dichas elecciones. Necesitamos organizarnos y exigir aquello que deseamos. Para la gente mayor, la democracia no consiste sólo en las elecciones. Precisamos de una provisión estatutaria para que los mayores puedan formar parte de los muchos organismos públicos que tienen impacto en nuestras vidas. El movimiento sindicalista ha de recordad recordar que, allí donde cuenten con miembros jubilados, tiene el deber de servirlos. Son demasiados los sindicatos que se preocupan únicamente de las necesidades de sus miembros activos en detrimento de los que ya están jubilados. Para que se oiga la voz de los pensionistas debemos unirnos. Y no sólo a nivel nacional. Es esencial una voz europea, y nuestra organización, a medida  que crece, puede ayudar a llevar nuestro punto de vista a los lugares de presión en Europa. Nuestra  declaración de Alicante, si fuera reconocida, devolvería mucha dignidad a los mayores de todos nuestros países.

 

Los políticos nos necesitan a causa de nuestra influencia, y nosotros ya hemos sido demasiado respetuosos. Tenemos que decir claramente lo que queremos de ellos y lo que haremos en caso de no conseguirlo. En el Reino Unido, se prometió a los pensionistas que participarían plenamente de la creciente prosperidad de los países, y esto no se ha cumplido. Si dejamos de ser humildes ganaremos en respeto. Se nos reconocerá y ya no se nos tratará de forma condescendiente.

 

Barry Ingham (Liverpool)

Presidente de TSB Retired Staff Association Región de Manchester