El mayor deseo de todos nosotros, Europeos, es que nuestra comunidad se mantenga sólida, unida y solidaria. Queremos igualmente que esos deseos se conviertan en realidad.

Tenemos frente a nosotros grandes desafíos. Todos sabemos que el envejecimiento de la población activa es una realidad. El deber de nuestra generación es transmitir a nuestros hijos y nietos que nacieron la necesidad de dominar las nuevas tecnologías, como nosotros aprendimos a leer y a escribir. ¿Conseguiremos transmitir a las nuevas generaciones que también existe el cariño, el amor al prójimo, la solidaridad intergeneracional? Es fundamental que compartamos con ellos las vivencias y experiencias de nuestra juventud, ya que no nacemos siendo mayores y la Familia es el pilar más importante de nuestras vidas.

El envejecimiento suscita igualmente cuestiones importantes en materia de igualdad de oportunidades. En los años 60, en el Banco en el que trabajé durante 37 años, las mujeres no tenían acceso a cargos de jefatura. Eso cambió después de la Revolución de Abril. En este siglo, las mujeres siguen siendo discriminadas, pues igualdad laboral todavía no significa igualdad salarial.

La prestación de cuidados de salud y de bienestar en la vejez varía considerablemente entre los Estados Miembros. De modo general, la mayor parte de las personas que necesitan asistencia de cuidados permanentes prefieren recibir esos cuidados en su propio domicilio, ya sea por parte del cónyuge o por otros familiares. El internamiento en residencias de cuidados u hogares de la 3ª edad (muchas veces con funcionamientos dudosos) es la opción menos valorada por los mayores. Prefieren el entorno en el que vivieron sus vidas.

Pero, una simple caída puede transformar rápidamente a una persona mayor, independiente y activa, en un individuo profundamente dependiente, cuya salud se deteriorará rápidamente. No podemos ignorar la posible reducción de costes y la mejora de la calidad de vida que pueden sobrevenir como consecuencia de la existencia de servicios de rehabilitación accesibles para todos.

Muchos de los no tan jóvenes participan ya activamente en organizaciones no gubernamentales. El refuerzo de esta participación podrá constituir un instrumento importante de las estrategias de envejecimiento activo. Aunque se trabaje en régimen de voluntariado, se obtiene beneficio de esa actividad ya que se reciben estímulos físicos e intelectuales con los contactos y se adquiere un sentimiento de realización individual.

La aplicación de buenas prácticas para un envejecimiento activo, para vivir más y mejor en las diferentes fases, exige la contribución de todos.

Queremos que los jóvenes de hoy saquen partido de nuestro trabajo y enseñanza, para que consigan una vejez con más calidad e igualdad en toda Europa.

Muchas Gracias

Cremilda Cabrito
(Portugal)