Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Ponencias y comunicaciones > Tossa de Mar 2013



Empiezo por transmitir mi respuesta y opinión sincera sobre las dos cuestiones aquí planteadas: No lo sé y creo que nadie sabrá decirlo con un mínimo de certeza.

A lo que asistimos es a la disgregación social europea, con el fin anunciado de la “Europa Social” tal y como fue planteada en el siglo pasado. La solidaridad entre los distintos países que constituyen la Unión Europea ha dejado de ser uno de sus objetivos y asistimos al empeoramiento de las asimetrías económicas y sociales entre los países del norte y del sur. Estos países, los del sur, son el objetivo de políticas que apuntan, deliberadamente, el empobrecimiento de su población.

En lo que respecta a Portugal, la situación es todavía más grave. El futuro de nuestro país está cargado de interrogaciones, dudas y pocas certezas o esperanzas.

Somos un pueblo homogéneo con más de ocho siglos de historia y el país europeo con sus fronteras definidas desde hace más tiempo.
No obstante, por razones históricas complejas, hemos sido arrastrados hacia la "cola de Europa" y, sobre todo durante los últimos años, nuestros mayores sufren una asfixia tremenda y reina un sentimiento muy portugués, el fatalismo, traducido en una enorme desesperanza.

Esta ponencia, ha sido escrita días después de una manifestación que reunió cerca de un millón de portugueses en más de 40 ciudades y de la que se hizo eco en los medios de comunicación europeos. Esta manifestación, tal y como sucedió hace seis meses, no fue convocada por organizaciones políticas o partidarias. Este día hubo una gran participación de jubilados y personas mayores. Transcurrió sin el menor problema de orden público y, en vez de cristales rotos o coches ardiendo, vimos personas llorando, desfilando calladas y con la desesperanza en su rostro.

Para poder comprender todas las razones de nuestra "desesperanza” me gustaría hacer referencia a algunos datos relativos al 2012, teniendo en cuenta que la población residente en Portugal era entonces de 10,6 millones:

  • La población activa rondaba los 5,5 millones;
  • Los desempleados, más de 930 000 (el 16,9 % de la población activa). Se prevé que en el año 2013 el desempleo alcance el 20 %;
  • Los pensionistas correspondían a cerca del 64 % de la población activa (en 2006 eran el 58,4 %);
  • Cerca del 80 % de los pensionistas continúan recibiendo una pensión mensual inferior al salario mínimo nacional (cuyo valor es de 485,00 €).
  • Los ciudadanos con edades entre 25 y 34 anos correspondían a cerca del 10 % de la población residente y al 25 % de la población activa (en el año 2006 eran del 15,6 y del 29,4 %, respectivamente);
  • El desempleo entre esta franja de edad ha sido del 14 %. En 2006 fue del 8 %;
  • El porcentaje de licenciados en 2012 ha sido del 19,5 % de la población residente (en 2006 fue del 13,6 %);
  • La tasa de desempleo entre licenciados ha sido del 11,9 % (en 2006 fue del 6,3 %);
  • La tasa de mortalidad superó en un 10 % a la tasa de natalidad;
     

La emigración, sobre todo de jóvenes, se cifra en más de 120 000 personas durante los tres últimos años. Este movimiento se aceleró a partir del momento en el que los gobernantes sugirieron a la juventud que emigrase para reducir el nivel de desempleo del país.

Por lo tanto, asistimos a una degradación social del país que camina hacia el envejecimiento acentuado, en el que los estratos de población más joven se reducen drásticamente.

El país está sometido a la intervención exterior (de la denominada “troika” constituida por el FMI, el BCE y la UE) que nos impone enormes sacrificios sin que los ciudadanos puedan ver una señal de salida. Estos sacrificios se enmarcan, claramente, en la estrategia de empobrecimiento general al que he hecho referencia anteriormente.

De las medidas anunciadas para el este año, cabe destacar el aumento de la carga fiscal sobre los salarios y pensiones. Al aplicar este paquete sobre las pensiones, según un estudio de la consultora internacional KPMG, los pensionistas portugueses pasarán a tener la mayor carga fiscal de Europa para las pensiones anuales de un importe inferior a 50 000 €, la tasa efectiva será del 33,75 % mientras que en Francia o Alemania está próxima al 14,5 %.

Con este horizonte asistimos al fin de la solidaridad intergeneracional y, la denominada "generación sándwich” que somos nosotros, empieza a no tener una renta que le permita sobrevivir dignamente. Como nos vemos obligados a ayudar a nuestros hijos, a los que todavía residen en el país, desempleados o con salarios cada vez más reducidos, la función solidaria de esta generación se vuelve una misión imposible. No tenemos, pues, la esperanza de que la siguiente generación pueda venir a ayudarnos cuando llegue nuestro turno…

Europa, durante el último siglo, ya fue escena de dos guerras mundiales terribles y de muchos conflictos locales. La población sufrió mucho durante aquellos tiempos dramáticos. El hambre y el instinto de supervivencia marcaron a muchas generaciones.
Nosotros no queremos que aquellos tiempos vuelvan y, por lo tanto, continuamos creyendo que todos los sacrificios actuales tendrán como resultado la mejora del bienestar para las generaciones futuras.
El pueblo europeo ganó fuerza a raíz de los destrozos y, dirigido por hombres que tenían el interés común como único objetivo, construyó un continente que sería en referencia en términos de defensa de los más desfavorecidos, de democracia y de cultura.

No obstante, no apreciamos en los actuales dirigentes europeos la determinación necesaria para que Europa retome el papel ejemplar que tuvo a partir de los años 50 del siglo pasado.
A este respecto escribiría nuestro poeta Luís de Camões, en 1572, sobre el rey que nos gobernaba entonces, durante una de las terribles crisis cíclicas que ha sufrido nuestro país:
… um fraco Rei faz fraca a forte gente, (... un mal Rey hace débil a la gente fuerte).

No perdamos la esperanza y confiemos en nosotros…

 

Cândido Vintém
Presidente de dirección de ANAC (Portugal)