Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 17



Tengo el placer de conocer a CARLOS PEREIRA desde hace más de veinticinco años. Primero, como sucede muchas veces en las grandes organizaciones, nuestra relación fue estrictamente profesional y a través del teléfono, más tarde nos conoceríamos en persona.

Curiosamente, los dos trabajamos en el departamento de crédito al sector agrícola, pero en épocas muy distintas.

Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que su vida está asociada al cambio. Sino, veamos:

Nació en 1946, después de la Segunda Guerra Mundial, con las convulsiones propias de la época, en una ciudad que está profundamente ligada al cambio democrático en Portugal, en Santarém.

Empezó a trabajar en nuestro banco, la Caixa Geral de Depósitos, en el año 1968, año en que empezó el declive de la dictadura portuguesa, gracias a una pata de silla rota... (nota: el 03/08/1968 Salazar se cayó de una silla en la playa, sufriendo un grave traumatismo craneal que dio lugar a la denominada "Primavera Marcelista" con algunos cambios en el régimen dictatorial, y más tarde, en 1970, a su muerte).

Fue partícipe de los cambios en nuestro Banco desde la fase de “tesorería de pago de pensiones” hasta su entrada en el mercado competitivo y su posterior transformación en uno de los grandes bancos europeos.

Se jubiló en 1998, año en que nuestro país sufrió un cambio muy importante en términos de mentalidad, gracias a la Exposición Mundial dedicada a los Océanos, la Expo’98.

Si hablamos de asociacionismo, su trabajo en ANAC discurrió entre 2005 y 2012 y fue durante este periodo cuando tuve la oportunidad de consolidar la opinión que ya tenía sobre él y la amistad que, aunque tenue, nos unía anteriormente.

Durante su primer mandato como Director de ANAC asumió un papel fundamental para que la asociación se mantuviese viva y activa. Además, de manera informal, dirigió, recopiló y preparó las distintas ediciones del boletín de comunicación de la Asociación durante estos años, fomentando su modernización en gráficos y en contenidos.

Recuerdo un encuentro que sería decisivo en la apuesta por el cambio de ANAC, ocurrió en octubre de 2008, en el bar del Hotel Barcelona, en Lisboa, donde los dos nos encontrábamos presentes junto a nuestro añorado Presidente Pepe López y al gran amigo de ANAC y de los portugueses, actual presidente de la Agrupación, Jean Claude Chrétien. En esta reunión se nos pidió que no dejáramos que nuestra asociación se marchitase, ya que era fundamental para la existencia de la Agrupación Europea y que como miembro fundador no ocupaba el lugar que merecía.

Como resultado de este encuentro, ambos tomamos la decisión de intentar encontrar a más personas decididas a cambiar radicalmente la actuación de nuestra asociación, tanto de manera interna como externa. Creo que conseguimos reunir a un grupo fuerte y cohesivo de amigos que están llevando a buen puerto esta tarea…

Fueron años de mucho trabajo compartido, de mucha voluntad, por hacerlo de la mejor manera posible, para honrar no solo a nuestra Asociación, sino ante todo, a nuestro país.

En la Agrupación Europea, su trabajo, ponderación y capacidad de diálogo han sido muy importantes para que, finalmente, fuese reconocido el derecho, poco reivindicado con anterioridad, a que nuestra lengua fuera una de las lenguas utilizadas tanto en las reuniones como en los documentos.

En 2012, por razones estrictamente familiares, relacionadas con lo que es inherente a la generación sándwich de la que formamos parte (tenemos que ocuparnos de nuestros padres y al mismo tiempo de nuestros nietos), pidió la suspensión de sus funciones tanto en nuestra Asociación como en la Agrupación Europea.

En un momento de grandes cambios en nuestra Agrupación Europea y en Europa, con nuevas realidades y retos sociales, estoy convencido de que no pasará mucho tiempo antes de que volvamos a contar con él entre nosotros. Además su francés es muy bueno y yo tengo alguna dificultad para expresarme en la lengua de Baudelaire, Camus y Simone de Beauvoir...

Carlos, un abrazo.

Cândido Vintém