Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 12



DIOS APRIETA PERO NO AHOGA

 

AFORTUNADAMENTE, amigos, mis pre­visiones no se han cumplido. Al menos, por ahora. Ha venido a salvarnos la reanima­ción de la “coyuntura económica“. Nadie sabe a ciencia cierta en qué consiste; o mejor dicho, cuales son las causas de que la “coyuntura“ se desinfle o se reanime. Cada gran economista tiene sobre este punto sus propias teorías. Y lo mismo, naturalmente, los políticos: no se puede oír sin sonrisa la vehemente convicción con que el equipo an­terior reivindica la reanimación como un éxito de sus medidas legislativas y el equipo actual como fruto de sus discutidas “refor­mas“. El hecho es que la reanimación ha hecho posible a los políticos olvidarse del peligroso tema de las pensiones, y más aún gloriarse de haberlas aumentado un mi­croscópico porcentaje, que no alcanza ni con mucho a compensar el encarecimiento de estos últimos años. Pero al fin, mejor que nada.

 

Y por otra parte, en cambio, se abre inesperadamente una esperanzadora luz en nuestro horizonte: el número de los ma­yores de sesenta y cinco aumenta casi ver­tiginosamente. Este envejecimiento de la población, que para Alemania es un sínto­ma alarmante, para nosotros los jubilados (y que Dios nos perdone este egoísmo de ”después de mí, el diluvio”) resulta un sínto­ma prometedor. De sector insignificante en el mercado pasamos a ser un grupo impor­tante. No por nuestro irremediablemente pequeño poder adquisitivo personal, sino por nuestro número. La economía se en­cuentra ante un gran grupo y, naturalmen­te, quiere hacerse con él. Lo que significa más abundancia de productos especialmen­te adaptados a nuestras necesidades y a nuestras posibilidades. En el precio, en pri­mer lugar; pero también en la etiquetación, en las cantidades, en la legibilidad de la información. En una palabra: antes había aparte del público general indiferenciado, dos grandes grupos de especial interés: los automovilistas y los niños y adolescentes.

 

Ahora surge un nuevo gran grupo: los ma­yores. Algunos de nosotros ya no lo vere­mos; pero la mayor parte, sí. Ni el Estado, ni la Economía se han convertido en abne­gadas Hermanas de la Caridad. Pero ya dijo Benavente –ahora precisamente hace cien años– con su amable cinismo que “para salir adelante con todo, más que crear afectos hay que crear intereses“.

 

 

Eduardo Espert
(Bonn)