Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Al conocer el tema sobre el que se ha acordado tratar este año, confieso que me sentí preocupado.

 

¡Que tema!

 

- Discriminación sanitaria de las personas de edad avanzada.

 

Con 74 años y en Portugal esta cuestión nunca ha tenido sentido.

 

Poco a poco hay que ponerse manos a la obra. Comencé por telefonear a mi buen amigo López, le expuse mis dudas y él me apuntó dos temas: Hay pocos médicos geriatras, y por otra parte faltan especialidades médicas adecuadas a las personas de nuestra edad.

 

Animado por estas indicaciones me puse a indagar.

 

La legislación no presenta factor de discriminación alguno que tenga por base la edad, y en Portugal, se conoce y acepta la Declaración de Derechos de los mayores, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 16/12/91.

 

Rápidamente me acerqué a nuestras residencias para personas mayores,  y de ellas salí todavía más rápido y asustado. Por mucho que presumamos de  europeos tales residencias, parecen salas de espera para el viaje final, pese a lo cual su acceso está limitado por las disponibilidades financieras o por la capacidad.

 

Sin embargo tampoco allí encontré discriminación. Tienen la finalidad de depósitos,  como la mayoria de los jardines de infancia donde los padres que trabajan tienen que dejar a sus hijos, con la unica diferencia de la naturaleza de los usuarios.

 

En el sector de los seguros, para el acceso a los cuidados sanitarios no existe otra discriminación que la general limitación de los 70 años de edad.

 

Resumiendo: si tomamos al pié de la letra el significado de discriminación, ésta no existe en Portugal.

 

Llegado a esta conclusión, el trabajo parece estar ya hecho.

 

No está, y no puede estar terminado, si entendemos que los cuidados sanitarios van mucho mas lejos que los cuidados médicos para prolongar la vida;  van incluso encaminados a procurar a los mayores la vida confortable que se alcanza cuando existe cariño y respeto.

 

Por lo tanto hay discriminación como consecuencia de la sociedad que hemos creado y a la que pertenecemos, una sociedad donde hasta la leche de vaca tiene que ser “light” y hay mucha gente       que no se arriesga a levantar las piernas para saltar un obstáculo con miedo a que la piel “liftada” se rompa. Una sociedad que decide abolir la pena muerte, y llega al extremo de maquillar a los cadáveres para no asustar a los vivos, lógicamente, no está dispuesta a convivir con quien recuerda a la muerte.

 

Es por esto que se está dispuesto a aceptar y explotar a la primera generación de vejez en tanto se muestre capaz de cuidar de los nietos y, a un corto plazo, de los bisabuelos (segunda generación de la vejez), Esta sociedad no muestra disponibilidad alguna para organizar su tiempo de modo que haya lugar para el cariño, el afecto y el respeto que los mayores precisan, merecen y  desean.

 

Esta es la verdadera discriminación.

 

Recordando que el insistente “delenda Cartago” es la antigua historia de una civilización que llevaba a los viejos a la montaña y les facilitaba una manta para que terminaran sus días con algún confort, es preciso que se luche insistentemente a todos los niveles para la creación de un departamento gubernamental, (“Secretariado de las personas mayores”), y que encontremos la manera de decir a la sociedad actual: dadnos unas tijeras para cortar por la mitad la manta ahorrando para cuando llegue vuestro turno.

 

Recordando que el insistente “delenda Cartago” alcanzaba sus fines dejando a los viejos abandonados por los hijos en la cima de la montaña para morir. Era la costumbre de una sociedad antigua, que consigió alterar sus tradiciones, pidiendo unas simples tijeras para dividir la manta de modo que la otra mitad le sirviera al hijo cuando le llegase su turno, y así abria  los ojos a la realidad que les esperaba. Recordando esto, es preciso que se luche insistentemente para la creación a nivel gubernamental del “Secretariado de las personas mayores”, y que se abra los ojos a la sociedad, pidiéndole unas “tijeras” para cortar la manta.

 

Tal vez así se cambiarán las mentalidades y los viejos tendrán derecho al cariño que los ayude en la inevitable fase de la vida a la que llegarán.

 

Es un esfuerzo que a nuestra Agrupación le corresponde liderar.

 

 

 

Fernando Boto –  Associação de Reformados do Montepio