Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 4



EN Alemania no hay 'ancianos', ni mucho menos 'viejos'. Sólo Seniors, es decir, 'mayores'. Este es el bien educado eufemismo para referirse a los que han cruzado el 'trópico de Capricornio' de los 65. Los municipios, por ejemplo, en cuya área de competencias entran sectores tan importantes como los transportes públicos, centros de deporte, piscinas, teatros, bibliotecas, servicios de orientación y facilidades en trámites burocráticos, etc., suelen conceder en esos campos al estamento social de 'los mayores' generosos tratos preferenciales. Y lo mismo muchos organismos no públicos, pero de primarias funciones en la vida de un país: ferrocarriles, teléfonos, emisoras, servicios asistenciales -Cruz Roja y análogos- ofrecen a 'los mayores' servicios a precios especiales, a veces incluso gratuitos.

 

Eduardo Espert

Con la elevación de la esperanza de vida, aumenta en la población alemana la proporción de 'mayores'. Por eso, entre los que hacen uso de esas atractivas ofertas, y los que no necesitan hacerlo, el número de Seniores en conciertos, salas teatrales, cursos universitarios o de ampliación de estudios para adultos, centros de cultura física, etc., es considerable. 'Los mayores' no se limitan, pues, a mirar el sol en los bancos de los parques. Viven una auténtica 'tercera etapa', con una considerable libertad de movimientos y una amplia oferta de actividades en que emplear útilmente su tiempo y sus energías. Incluso los que quieren redondear su pensión de retiro encuentran múltiples posibilidades de trabajo, no a plena jornada, naturalmente, pero sí a media, o por horas; flexibilidad es la palabra mágica.

Pero acabamos de rozar un tema candente: la pensión de retiro. En estos meses está siendo el eje de una ácida discusión política. El Estado se ha endeudado hasta las cejas. Al derrumbarse el muro de Berlín, e incorporarse los 'nuevos Länder' (Estados Federados) a la República Federal de Alemania, se impuso la tarea de levantar la Alemania del Este de la postración en que el régimen comunista la había hundido. Una tarea larga –no se pueden nivelar en diez años los desvaríos de casi medio siglo– y de astronómicas dimensiones financieras. Ha llegado el momento de ahorrar, pero no 'el chocolate del loro', sino con implacables tachones de lápiz rojo, de los que el Gobierno no quiere eximir a ningún sector social. Antes, las pensiones, aunque con un porcentaje modesto, iban siempre aumentando conforme al ingreso neto de la población activa (neto: después de deducidos todos los gravámenes). La lógica era que el bienestar es, sí resultado del esfuerzo de los activos: pero sobre la plataforma antes alzada por 'los mayores'. El Gobierno quiere reducir ese aumento de las pensiones a la estricta compensación de la cuota de inflación, afortunadamente muy baja, con lo que el aumento también lo será. En pleno período electoral de este otoño, las críticas se alborotan como la mar picada. Pero lo malo es que apenas tienen sentido, porque el problema real es mucho más grave que la nivelación más o menos hábil o lógica del presupuesto.

 

Congresistas belgas.

Lo grave es que el 'factor demográfico' ha alcanzado a los alemanes. La generación joven, activa, está en disminución; el grupo de 'mayores', en aumento. Un número de activos cada vez menor tiene que financiar con sus cuotas de seguro las pensiones de un número de 'mayores' cada vez mayor. No sólo es que el promedio de edad de la población alemana sube; es que la cifra absoluta de población retrocede. Si los índices de natalidad y mortalidad se mantienen al nivel actual, dentro de cien años los alemanes serán sólo 22 millones. Es decir, algo substancial ha cambiado, de lo que no cabe culpar a un gobierno. Bajo esta perspectiva, el 'contrato entre las generaciones' no puede mantenerse como hasta ahora. El apoyo de la sociedad a 'los mayores' va a desplazarse lenta pero inexorablemente del 'trato preferencial' en las actividades culturales, a un área más dramática: la de la subsistencia diaria.

Eduardo Espert (Bonn)