Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 6



El “contrato entre generaciones” (los jubilados son retribuidos con las cuotas de los actuales activos, que a su tiempo pasarán a ser jubilados; así sucesivamente) ha dejado de ser sostenible. Hoy, la natalidad en Alemania es de las más bajas de Europa occidental: es decir, que el número de activos disminuye, y con ellos el volumen total de aportaciones al seguro. La fase recesional que estamos atravesando, con la consiguiente elevada cifra de paro, viene a agravar la situación: cada parado significa una cuota menos para el seguro. Y la esperanza estadística de vida sigue aumentando: hoy es de aproximadamente 80 años (promedio entre ambos sexos); y se prevé que el año 2030 estará entre 83 y 86. Según las previsiones estadísticas más recientes, a fines de este decenio dos jubilados cargarán sobre los hombros de tres activos. La reforma del sistema de pensiones se hacía, pues, inaplazable, y el actual Ministro de Trabajo, Walter Rister, a quien compete la previsión social, ha hecho una; plegándose más o menos, claro está, a las presiones de los lobbys. Y como Dios ha entregado el mundo a las disputas de los hombres, unos la consideran acertada, y otros –la oposición, naturalmente, a la cabeza–, deplorable. La vieja sabiduría popular, que tiene siempre en cartuchera un “dicho” para cada hecho, diría que “ni tanto ni tan calvo”. Como todos los compromisos, perfecta no es, ni mucho menos. Y probablemente, dentro de unos años se impondrá una “reforma de la reforma”. Los niños crecen, los adultos cambian, y hay que comprar ropa nueva.

Al grano: ¿Cómo quedan las pensiones después de la reforma?

 1. Hasta el año 2020, las cuotas de aportación (empleado + patrono) se mantendrán inferiores al 20% del sueldo bruto. Que era de lo que para los patronos se trataba: no poner en peligro con las “cargas sociales” la competitividad de las

exportaciones alemanas.

2. Por consiguiente, la cuantía de las pensiones tenía que disminuir. Y disminuye: las anteriores a la reforma (las de los actuales jubilados y las de los no jubilados que hoy pasan de 55 años) cubren, en los casos “modélicos” (suficiente número de años de cotización, y otras condiciones), hasta un 70% del último sueldo neto. Las posteriores a la reforma cubrirán –igualmente en los casos modélicos– sólo un 64%.

3. Se establece una segunda columna complementaria en el sistema: el seguro de vida privado (sin aportación del patrono), limitadamente subvencionado por el Estado. Este seguro privado complementario no es obligatorio. Por ejemplo, el que se ha construido una casa y no tiene que hacer frente a un alquiler; o dispone de otras fuentes adicionales (algunas empresas tienen organizados ya de antiguo seguros adicionales), puede llegar a la conclusión de que no necesita ese seguro complementario. Si no cuenta con esas fuentes adicionales, sólo le queda elegir entre el nuevo seguro privado, o verse reducido al 64%. Lo que es a todas luces insuficiente, sobre todo para los jubilados de sueldos modestos, que quedarían reducidos al nivel de la ayuda social; algunos –sobre todo las amas de casa que no trabajaron

fuera, las viudas, y casos análogos– incluso menos.

4. Para mitigar esas situaciones crudamente antisociales, se establece el seguro privado complementario. Y el Estado ayuda con una subvención a quién se asegura:

• El que desde el 1.º de enero del 2002 destine un 1% de sus ingresos (los del año anterior obligados al seguro social) al seguro privado; desde el 2004, un 2%; desde el 2006, un 3%; y desde el 2008, un 4%, recibirá la subvención máxima: 38 Euros en la 1.ª fase; 76 en la 2.ª; 114 en la 3.ª; y 154 en la 4.ª. En favor exclusivamente de las madres de familia: Si en un matrimonio, cada uno de los cónyuges hace ese seguro privado, recibe también cada uno su subvención, aunque sólo uno de ellos tenga derecho propio a ella.

• Además, por cada hijo: 46 Euros en la 1.ª fase; 92 en la 2.ª; 138 en la 3.ª; y 185 en la 4.ª.

• Las aportaciones al seguro privado (las del asegurado y las del Estado) no devengarán impuestos.

Ahora bien: entre el 64% del último sueldo neto (nivel de la nueva renta) y el sueldo completo del que el jubilado venía viviendo, se abre una laguna del 36%. Y el nuevo seguro privado subvencionado sólo cubre un 6%  aproximadamente de ella. El que quiera más, tiene que asegurarse más; en la cuerda floja y sin red.

 

En principio hubiera sido pensable que, conservando el sistema antiguo, las empresas hubieran mantenido la competitividad en las exportaciones aceptando una reducción del 0,2% (más no hubiera sido) de sus beneficios; incluso que esa reducción se hubiera repartido proporcionalmente entre ambas partes. Hasta se hubiera podido evitar el caramelo de una subvención a costa de todos. Pero el lobby empresarial ha sido más fuerte y ha impuesto el credo neoliberal: lo importante es que a la economía le vaya bien. Lo demás..., sálvese el que pueda. Los jubilados en cambio no tienen lobby. Es decir, sí: los políticos, obligados a velar por el bien de su pueblo. Pero eso está escrito en la Constitución. Las Constituciones son a veces preciosas; la realidad, casi siempre, menos. Ya dijo el poeta: “Ello, Inés, solo se alaba / no es menester alaballo“.

 

Eduardo Espert (Bonn)