Para celebrar la vigésimo octava edición de los Euroencuentros se ha elegido un destino muy atractivo, en medio del Mediterráneo: Mallorca, nombrada como la Isla de la calma. Naturaleza, cuevas subterráneas y otros sitios con mucho encanto nos esperan; el paisaje mallorquín, surcado por calas, playas y acantilados, invita a recorrerlo y disfrutarlo.
La capital balear esconde un valioso patrimonio cultural, destacando en su casco antiguo la Catedral, el Palacio de la Almudaina, la Lonja y la Plaza Mayor. La Catedral-Basílica de Santa María de Palma pertenece a la tradición gótica mediterránea; por su gran tamaño de superficie acristalada, el rosetón mayor es conocido como Ojo del gótico.
A lo largo del tiempo el templo ha ido incorporando formas culturales de las épocas moderna y contemporánea; así, a principios del siglo XX el arquitecto Antoni Gaudí adaptó el espacio interior de la nave a las nuevas exigencias litúrgicas. Más recientes fueron los cambios en la Capilla del Santísimo, que corrieron a cargo del pintor Miquel Barceló.
Uno de los lugares más bonitos de la isla es Valldemossa, que recibió su nombre del caudillo árabe Muza. Emplazado en el entorno natural de la Serra de Tramuntana el sitio, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2011, es una parada obligada por su precioso entorno natural.
La Real Cartuja fue residencia del rey Sancho I de Mallorca; donada el año 1399 a los monjes cartujos, se convirtió posteriormente en casa señorial donde pasaron temporadas personajes como Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Santiago Rusiñol, Fréderich Chopin y su pareja, George Sand; Chopin compuso allí parte de sus Preludios para Piano y la novelista escribió el cuaderno de viaje Un invierno en Mallorca.
Otra visita obligada es Sóller. La pequeña ciudad que da nombre al valle en el corazón de la Serra de Tramuntana combina paisaje y patrimonio. La excursión hasta esta villa siempre es gratificante, porque el solo hecho de viajar en su histórico tren ya tiene suficiente atractivo; además, en la Estación del Ferrocarril se pueden contemplar dos exposiciones permanentes de pintura, con obras originales de los geniales artistas Miró y Picasso.
Tampoco podemos dejar de lado las espectaculares Cuevas del Drach, situadas en Porto Cristo, un antiguo refugio de pescadores del municipio de Manacor. Estas grutas se encuentran en el interior de unas rocas carbonatadas que se disuelven por la acción del agua que filtra por la porosidad del terreno.
Las filtraciones originan cavidades con estalactitas en el techo y estalagmitas que nacen en el suelo, llegando a veces a unirse formando columnas. En el interior hay varios lagos y un auditorio, donde se puede escuchar su evocador concierto de música clásica.
Por último, en Porto Cristo descubriremos el proceso de creación de perlas orgánicas; las perlas naturales formadas dentro de una ostra o un molusco son muy raras, lo que las hace extremadamente caras. En el siglo XVII, un fabricante de rosarios de París usó escamas de pescado para recubrir cuentas de vidrio, consiguiendo un brillo iridiscente similar al de perlas reales. Pero sería un innovador alemán quien obtuviera la patente para crear perlas artificiales, fundando la empresa que hoy se conoce como Majorica; allí veremos el proceso de su fabricación y montaje en variedad de joyas.
Amigos, estamos seguros de que nuestra visita a la isla mayor del archipiélago balear resultará una experiencia grata e inolvidable.
¡Nos vemos en Mallorca!