Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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Índice de Documentos > Boletín Euroencuentros > Número 26



Las nuevas generaciones hacen uso de las plataformas digitales para multitud de tareas: escuela, trabajo, compras, información, etc. Sin embargo, muchas personas mayores pueden ver limitadas sus capacidades; así, las que nunca se han conectado a Internet o han hecho compras on-line se pueden sentir marginadas, debido a la llamada brecha digital.

En España, según el Barómetro de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados, seis de cada diez personas mayores dicen ser usuarias de Internet, pero más del 40% confiesa no haber accedido nunca. Aunque la brecha digital va disminuyendo entre este colectivo, la escasa ergonomía o usabilidad de determinados recursos tecnológicos impide el acceso a algo tan sencillo como pedir una cita con el médico.

Los servicios dirigidos a la ciudadanía, los recursos Web y las aplicaciones de teléfonos móviles deben cumplir con las pautas de accesibilidad para personas discapacitadas. Sin embargo, la Encuesta elaborada por el Instituto Nacional de Estadística refleja carencias de usabilidad, ya que solo dan cobertura real a la población menor de 75 años; esto supone una clara discriminación, al no adecuarse técnicamente los dispositivos a las personas de mayor edad.

Por otro lado, los recortes de horarios de atención directa y el cierre de oficinas bancarias están afectando a los usuarios de estos servicios. Así, cada vez que se prescinde de alguna prestación presencial, una parte del colectivo de mayores sale perjudicado y pasa a ser “cliente de segunda”. Estos recortes terminan siendo, al final, otra forma de discriminación por edad.

Bueno, pues un aspecto fundamental a tener en cuenta es la llamada «socialización», el proceso de aprendizaje a lo largo de nuestra vida.  Las tareas y actividades virtuales no pueden ser exclusivas de los jóvenes, acostumbrados al uso de la tecnología; porque ¿qué pasa con las personas mayores? ¿cómo hace este colectivo para dar continuidad a su vida social? La mayor longevidad de la población es un gran triunfo de la humanidad, pero representa también uno de sus grandes desafíos.

Además de hábitos de vida saludables, el envejecimiento activo comprende procesos de educación continua y acceso a universidades para mayores, donde existen programas especiales que facilitan la participación. Pero el cierre de aulas universitarias y otros centros educativos a causa de la pandemia hizo que se suspendieran las actividades presenciales; con ello falló uno de los pilares básicos pensados para la inclusión de los mayores: la vida activa y la socialización.

Los seniors utilizan Internet principalmente para intercambiar mensajes con familiares y amigos; también para informarse, leer la prensa, estar al tanto de las noticias… Algunos también para realizar gestiones administrativas, bancarias, sanitarias y, en menor medida, hacer compras o participar en redes sociales. Hay diferencias entre el ámbito rural y las grandes ciudades, registrándose en éstas un porcentaje significativamente superior al de los pueblos.

Algo parecido ocurre también entre personas mayores de 75 años que viven solas o poseen un menor nivel formativo. A muchas de ellas les resulta difícil hacer gestiones por internet, siendo las Administraciones Públicas los sitios más complicados; le siguen las tareas sanitarias, sociales, bancarias y, por último, la realización de compras on-line. La importancia de estas actividades supone una clara alerta social; es preciso que gobiernos y sociedad civil emprendan programas de «envejecimiento activo» que mejoren la participación de los ciudadanos de mayor edad.

Hay que tomar conciencia de esta situación ya que, en todo el mundo, la proporción de personas con más de 60 años está creciendo más que ningún otro grupo de edad. Unas tasas de fertilidad decrecientes y el aumento de la longevidad son factores que inciden en el «envejecimiento» continuo de la población. Actualmente muchos octogenarios viven en regiones desarrolladas, especialmente en el continente europeo, donde la población anciana se sigue incrementando; este envejecimiento suscita preocupación, porque se duda que la menguante mano de obra será capaz de sostener a quienes generalmente dependen de otros.

Los ancianos son un recurso vital para sus familias y comunidades, ya que muchos continúan trabajando en distintos sectores, tanto formales como informales.  Es necesario que los programas de envejecimiento activo permitan a los mayores seguir participando según sus posibilidades. Entendemos que este enfoque proporciona un marco adecuado para el desarrollo de estrategias sobre el envejecimiento poblacional.

Por último, juntando los tres pilares de actuaciones sobre salud, participación ciudadana y seguridad, se puede llegar a un consenso para avanzar en la integración social de la llamada “tercera edad”. Pero las propuestas y recomendaciones políticas son de poca utilidad si no se ponen en práctica acciones palpables y concretas.

¡Ha llegado el momento de actuar!