INTRODUCCIÓN:
Como se reconoció durante el debate en el Euroencuentro de Lisboa, la crisis que afecta a Europa desde el año 2008 tuvo su origen en la especulación inmobiliaria que llevó a la sobrevaloración de los activos de los bancos, volviéndolos “tóxicos”. En cierto momento la “burbuja inmobiliaria” explosionó conduciendo a algunos bancos importantes en EE.UU. (Lehman-Brothers) y también algunos bancos en varios países de Europa hasta la quiebra.
Se podría decir que estos resultados son consecuencia de las teorías de economistas liberales, que originaron que la política fuese sometida al juego del “libre mercado”. Las teorías se revelaron falsas y, con la desreglamentación del mercado financiero y la mala gestión de los responsables de estos bancos, todo el mundo occidental se vio afectado.
Por otro lado, en Europa, el denominado “Pecado original del Euro” (es decir, su creación basada en desigualdades entre países, con la suposición de que a través de la creación de una moneda única se habría creado un área económicamente homogénea) tuvo consecuencias muchas veces dramáticas en algunos países con economías más frágiles.
Efectivamente, la generalidad de los países de la “zona Euro” da prioridad a las aspiraciones nacionales y no a las aspiraciones comunitarias, no teniendo una idea clara de unión de países, lo que llevó al empeoramiento de las asimetrías económicas y sociales entre los diferentes países que componen esta zona.
En el momento de enfrentarse a la crisis, se desarrollaron políticas de austeridad que condujeron a que el hombre de a pié pagase el saneamiento de los bancos a través de mayor desempleo, peor salud, peor educación y más emigración, especialmente a partir de los países más fragilizados económicamente.
Con todo esto, las medidas que empezó a tomar la Unión Europea para enfrentarse a la crisis están lejos de ponerle un fin.
¿CÓMO SALIR DE LA CRISIS?
Europa deslocalizó mucha de su industria hacia las zonas donde la mano de obra es más barata, pero no midió las consecuencias de esa política; sólo a través la reinversión productiva, y sin especulación financiera, podrá recuperar el peso que tuvo desde la posguerra hasta los años 90.
La existencia de paraísos fiscales conduce a una fácil evasión y fraude fiscal. Estos paraísos fiscales esconden y “lavan” dinero de orígenes bien conocidos, a través de los cuales lo hacen seguramente los especuladores y traficantes. Su eliminación sólo será posible a través de una acción concertada de todos los países, especialmente de los que abrigan y se benefician de ello.
Ligada a esta cuestión de los paraísos fiscales, está el secreto bancario y la libertad que da a los que mueven capitales de forma ilegal. La creación de un sistema eficaz de intercambio de informaciones sobre los movimientos de capitales entre los diferentes países sería necesaria.
Por otro lado, la Europa de los ciudadanos todavía no existe porque los mecanismos e instituciones comunitarias están muy lejos de los ciudadanos y éstos no sienten los problemas globales como problemas propios.
La “Unión Europea” todavía no es una realidad porque existen muchos egoísmos nacionales, e incluso fracturas sociales y culturales en algunas regiones de Europa que impiden la concretización de esa idea de Europa para todos. Se tendrá que respetar la historia y la cultura de cada uno de los países siempre con el objetivo de unirlos sin mezclarlos.
EL PAPEL DE LOS JUBILADOS EN EL FUTURO:
Los jubilados actuales (o generación sándwich, como se nos llama en muchos países) son ciudadanos que ayudan a las generaciones anteriores, que sufrieron las dificultades de la guerra y de la posguerra, y también a la generación más joven, que está sufriendo las consecuencias de la crisis, con amenazas de desempleo y de empobrecimiento. Somos nosotros, los que todavía transportamos los valores solidarios, quienes podremos dar forma a una Europa de los ciudadanos.
Las teorías liberales y neoliberales intentan crear una fractura entre nuestra generación y la de nuestros hijos, infundiéndoles la idea de que nosotros estamos viviendo muy bien y de que no queremos prescindir un poco de nuestro bienestar para que ellos puedan vivir mejor. Cosa que no es verdad, y los bienes materiales acumulados durante una vida de trabajo, de hecho, están al servicio de nuestros hijos, ya sea a través del apoyo financiero que les damos, ya sea a través de la buena gestión que hacemos de esos bienes para que ellos puedan llegar a utilizarlos en el futuro.
La edad no puede ser un factor de alejamiento de los ciudadanos en cuanto al futuro de Europa se refiere. Las personas mayores conforman el mayor porcentaje de los ciudadanos europeos. Tenemos la experiencia de muchos años de trabajo y de sufrimiento. Por eso, si se afrontan los desafíos que se le presentan a Europa, el “poder gris” puede aportar nuevas fuerzas para que ésta se reincorpore.
Un gran porcentaje de los ciudadanos cuando se jubila, ya sea a los 60, a los 65, a los 67 o a los 70 años, todavía tiene energía y capacidad para transmitir la “cultura de empresa” a las generaciones más jóvenes. Está claro que habrá algunas tareas que exijan cualidades que nosotros ya no poseemos, pero una gestión juiciosa será una plusvalía para las empresas e instituciones.
Aunque no se trabaje en los sectores tradicionales, las personas mayores tienen capacidad y están disponibles para continuar produciendo bienes y servicios en lo que ya se denomina como “tercer sector”, es decir, en la “economía social”. Ésta tiene que estar dirigida al bienestar de todos los ciudadanos.
Europa sólo conseguirá salir de la crisis si acaba con la división virtual entre “ancianos” y “jóvenes” y coloca las capacidades de todos al servicio de todos, de forma que se consiga el progreso económico y social de sus ciudadanos.
El paso a la situación de “jubilado” no se puede considerar como el fin de la necesidad de formación. Todo lo contrario: la mayor disponibilidad horaria se tendrá que aprovechar para mejorar la formación en las áreas donde no fue posible hacerlo anteriormente.
Cada vez hay más alumnos senior en las escuelas tradicionales y el papel de las llamadas “Universidades Senior” es fundamental ya que transmiten la enseñanza, muchas veces de forma poco “académica”, pero siempre muy eficaz.