EL TRUEQUE
Cuando el hombre primitivo «descubrió » que podía cambiar mercancías por otros artículos «inventó» el primer medio bilateral de pago: el trueque. Más adelante se sintió la necesidad de buscar algo que sirviese de denominador común para valorar los cambios multilaterales, pues el trueque (mercancía por mercancía) entrañaba graves problemas, y así se pasó a otra etapa en la cual todos apetecían las mismas cosas, como las pieles en los países fríos o el ganado (pecus), de donde procede la palabra pecunia (peculio) o cabeza de ganado (caput = capital) origen de la palabra capital. Hubo una tercera fase en que aparecieron los metales, mercancía que todo el mundo buscaba. El oro, maleable y dúctil, es prácticamente inalterable. Por eso, desde el principio, aparece como el metal más estimado, que reúne, además, condiciones de rareza, riqueza y belleza en una masa pequeña. En menor medida ocurre lo mismo con la plata. Al principio, el metal como moneda se empleaba en lingotes, pero esto suponía una incomodidad, pues como su valor depende de la calidad y cantidad o peso, se producían variaciones, especialmente en aleaciones, por lo que había que recurrir siempre a la balanza y el ensayo o prueba. A causa de esto surgieron banqueros que garantizaban, mediante marcas que imprimían a los lingotes, la calidad y cantidad de los mismos; sin embargo, el peso podía seguirse mermando en los comercios, por lo que la balanza no dejó de usarse. Los lingotes dan paso a la moneda tal como hoy la concebimos, definida por San Isidoro como «metal, peso y figura». Se imprimieron marcas que ocupaban toda la superficie del metal con objeto, entre otras cosas, de evitar el fraude, pero éste no cesó hasta el siglo XVIII, momento en el que la balanza ya no fue imprescindible por haberse marcado el «canto» de las monedas con cordoncillo o dibujos e incluso leyendas.
LA MONEDA EN EL MERCADO
El incremento de la productividad por el mejor aprovechamiento posible de las capacidades y habilidades individuales, no hubiera sido posible sin el invento de la moneda, primer medio de pago multilateral, que posibilitó la división del trabajo creadora del mercado. Los medios de pago están inventados desde la antigüedad, pero la sociedad evoluciona y es preciso perfeccionarlos y adaptarlos a las necesidades de cada etapa de la humanidad. De la moneda con valor intrínseco se pasa al billete de banco, que originariamente era un recibo de monedas metálicas depositadas y, como medio de pago es de más fácil manejo. Universalmente eran aceptados los billetes porque eran convertibles, ante una simple demanda, en el oro correspondiente. La confianza que el público tenía de poder convertir los billetes de banco en oro, en cualquier momento, se tradujo en la práctica de utilizar estos billetes como medio de pago, renunciando a pedir la conversión. Los bancos emisores se encontraron con que elevadas sumas permanecían en sus cajas fuertes y vieron en ello la posibilidad de extender billetes sin correspondencia con depósito concreto alguno, lo que más tarde da lugar a los billetes de curso legal como medio de pago liberatorio. La confianza en las instituciones financieras mantiene la imprescindible relación «aceptabilidad-valor», que da lugar al nacimiento del «dinero bancario» o simple anotación en cuenta, del que se dispone a través de medios de pago tales como cartas de crédito, órdenes de pago, transferencias, talones y cheques.
EL SISTEMA MONETARIO DE BRETTON WOODS
La Guerra Mundial, por sus cuantiosos gastos, obliga a los países occidentales a desprenderse de gran parte del oro garante de sus monedas, que se concentra en EE UU (proveedor de armamentos). Esta situación dificulta el comercio internacional: el sistema monetario vigente ya no responde a las condiciones de su creación. Ante esta coyuntura, la ONU convoca la Conferencia monetaria y fiduciaria de Bretton Woods en 1944, en la que se crean el Fondo Monetario y el Banco de Reconstrucción y Fomento.
Un nuevo orden monetario adopta el dólar como moneda directriz, convertible en oro con la paridad fija de 35 dólares la onza. Se establece una equivalencia en oro del resto de monedas occidentales y un cambio
con el dólar de cada una de ellas con una fluctuación de más/menos el 0’75%, que cuando es rebasado da lugar a revaluaciones y devaluaciones de las monedas satélites del dólar.
La «guerra fría» convierte en «gendarme del mundo» a EE.UU., que financia con deuda pública sus cuantiosos gastos en el extranjero, lo quel genera desconfianza en el dólar con la consiguiente merma de sus reservas de oro, hasta el punto de que el Presidente Nixon tiene que modificar, por primera vez en 1970, la paridad a 70 dólares la onza y, como esto es insuficiente, unos meses más tarde se ve obligado a suprimir la convertibilidad del dólar en oro: nuevamente el sistema monetario vigente ya no sirve, pero sobrevive ampliando las bandas de fluctuación de las cotizaciones de las monedas.
EL EURO
La UE ve la necesidad de crear el SME (Sistema Monetario Europeo), pero el proceso es lento. Primero se crea el ECU como «cesta de monedas» y se liberaliza el movimiento de capitales. La cotización se determina asignando cuotas de participación de la moneda de cada país. El ECU es una divisa, sin monedas ni billetes físicos El siguiente paso es la transición a la moneda única europea: el EURO. Se abandona el concepto de «cesta de monedas». El euro será moneda, billete y divisa internacional y reemplazará a las monedas de los países que se integren, que inicialmente serán los que cumplan los criterios de convergencia previstos en el Tratado de Maastricht (déficit, deuda pública, interés básico e inflación), requisitos necesarios para que el euro sea una moneda fuerte, capaz de competir con el dólar y el yen. Los gastos del Euroencuentro del año 2002 podremos pagarlos en euros o en otras monedas europeas, pero los del año 2003 habremos de pagarlos ineludiblemente en euros.
José LIDÓN
Vicepresidente Delegado de la Agrupación de Jubilados y Pensionistas
de las Cajas de Ahorros Europeas