«En contraste con lo que ocurre en el trabajo, a muchos les suele faltar un objetivo claro para las horas que pasan en casa, solos o con sus familias. Se suele dar por supuesto que no se requiere ninguna habilidad especial para disfrutar del tiempo libre y que cualquiera es capaz de hacerlo. Sin embargo, hay indicios de signo opuesto: cuesta más disfrutar del tiempo de ocio que del que se dedica al trabajo. Parece ser que nuestro sistema nervioso, que sí se adaptó para captar señales externas de peligro, aún no ha evolucionado para asimilar los largos períodos carentes de riesgos. Si no se aprende
a utilizar bien el tiempo libre, disponer de él sin más no mejora la calidad de vida».