DURANTE nuestro EUROENCUENTRO en Alicante 1999, celebrado bajo el signo de la solidaridad entre generaciones, los diferentes oradores destacaron las relaciones entre los jóvenes y las personas mayores.
Pero cada vez es más importante otra solidaridad entre generaciones: la solidaridad entre las distintas generaciones de pensionistas. La tendencia de rechazar a las gentes de una cierta edad fuera del circuito de los activos en el plano productivo económicamente no hace más que crecer en nuestros países de la Unión Europea. La denominación 3x20 ó 60+ tiende cada vez más a ser reemplazada por la denominación 50+, visto el número de personas que pasan a la jubilación anticipada o en disponibilidad. En la reestructuración o racionalización de las empresas la categoría de los 50+ es la que figura en el punto de mira en primer lugar. Y esto a pesar de la constatación del hecho de que las personas viven más tiempo y están todavía generalmente en posesión de todas sus facultades mentales y físicas.
Esto nos conduce paradójicamente a la situación de que los años de la jubilación o de no actividad económica igualan, o superan incluso, los años productivos. Con todas las consecuencias que esto conlleva tanto sobre el plano individual como en el de la colectividad.
Es poco probable que las cajas de pensiones puedan soportar en el futuro este número, siempre creciente, de nuevos pensionistas.
Raoul Maelstaf
Más allá de esta constatación, están también las consecuencias individuales, visto que los últimos llegados, la generación de los 50+, no podrán disfrutar de una situación comparable a la de sus mayores, que han tenido una actividad normal, desde el punto de vista económico y del sistema de seguridad social, y han dejado la vida activa a los 65 ó quizás 60 años. Estos pertenecen, en su mayoría, a esta categoría que se considera como 'the well to do elderly people' (las personas mayores en buen estado) pero cuya situación es cada vez menos comparable a la de los 50+. Y más allá de estas consecuencias económicas, no desdeñables, está el aspecto económico. Una sociedad no puede prescindir impunemente de este capital de experiencia y de facultades mentales y físicas sin que tenga consecuencias en todos los ámbitos. Y aquí es donde la solidaridad entre las generaciones de jubilados puede actuar tanto en el plano individual como en el plano colectivo. Las reivindicaciones justificadas de los jóvenes jubilados deberían formar parte de la solidaridad de los mayores, y los jóvenes jubilados a su vez deberían apoyar a los mayores menos capaces de una acción fuerte y eficaz.
Además la política debe tener en cuenta la fuerza que representa esta masa de 'retirados', voluntaria o involuntariamente, en el plano económico, financiero, social, o como grupo de presión.
No olvidemos que esta masa representa, o representará, dentro de poco en los países de la Unión Europea casi un tercio, y quizás más, de la masa electoral. Pero como esta masa no es monolítica, sino muy dispar, es necesario crear por conducto de las organizaciones dicha solidaridad, para que la sociedad constate que aquí no vivimos ya en un mundo caduco y que los mayores quieren hacer oír su voz, sin por ello sustraerse a esta solidaridad entre todas las generaciones.
Ésta fue, entre otras, una lección sacada del Euroencuentro Alicante’99.
Presidente del Comité de la CGER (Bélgica)